Con gran satisfacción ha acogido la población de la provincia la presencia del oso pardo en sus montañas. La mayoría de ciudadanos amantes de la naturaleza ha vuelto a sonreír tras saber que efectivamente el animal se halla de nuevo en los bosques de su agreste territorio. Bien es cierto que determinadas personas conocían ya tales correrías, y algunos lo habíamos comprobado, no solo en las montañas de Zamora, sino también en las limítrofes.

Con todo, nos ha agradado como una persona, que ha sido perjudicada por la especie (el señor Bordel), fuera quien mejor lo ha defendido: primero comunicando el hecho a los agentes medioambientales y después vigilando sus colmenas, demostrando además a los incrédulos que lo que decía era cierto. Y nos ha alegrado, porque su actitud terca, aunque altamente moral y desprendida, la hemos visto también en las montañas colindantes de León, en relación con concretos ganaderos que venían quejándose de que los osos le mataban sus vacas y terneros desde la década de 1980, mirando la Administración de modo inexplicable para otro lado?

Cuando la situación de la especie en las montañas zamoranas y leonesas parecía enflaquecer, a causa de la catástrofe medioambiental que supuso la calcinación el pasado verano de más de 10.000 hectáreas boscosas en la sierra del Teleno, el hábitat de la Velilla, el señor Bordel y el mismo plantígrado nos han recordado que todavía los montes del área pueden acoger tranquilamente a la especie.

Me extraña, pues, las declaraciones del actual director del Medio Natural de Castilla y León, en el sentido de que el oso de la sierra de la Velilla pueda ser trasladado por la fuerza a su «hábitat natural» (?). Y me extraña sobremanera porque la Velilla ha sido, al menos, tierra de osos desde principios del siglo xix, cuando el animal bajaba hasta los colmenares de Vega del Castillo, según refiere Sebastián de Miñano en su famoso Diccionario de 1828? Pero, no voy a referir noticias históricas tan antiguas, pues sería muy prolijo, habida cuenta que existen citas escritas de presencia del animal, en las montañas de Zamora, Orense y León, durante todas las décadas que van desde 1790 hasta 1970. Me parece también sorprendente que tales referencias históricas no las conozcan los asesores ni los técnicos del Excmo. director general, y por tanto parece conveniente que se lo recordemos de forma respetuosa. Y con el mismo ánimo, he de precisar que la protección del oso pardo pasa por favorecer que el animal continúe en aquellos territorios zamoranos que ya frecuentaba antes de crearse nuestra comunidad autónoma.

En consecuencia, rogaría a la Consejería de Medio Ambiente que tuviera presente estas consideraciones, por el bien de la especie, habida cuenta que la protección del plantígrado en las montañas de Zamora no es cosa muy reciente; procede en realidad de la época de los cincuenta y sesenta, merced a las indicaciones de los gobernadores civiles Murillo de Valdivia y Ameijide. Tal vez así le iría mejor al emblemático mamífero, patrimonio natural de la provincia zamorana.

(*) Abogado y naturalista

Máster de Postgrado en Ciencias Históricas