No me extraña que la irresponsabilidad propia de algunos líderes independentistas, lleve a situaciones de deslealtad impropias en quienes en lugar de hombres y mujeres de Estado, demuestran ser políticos barriobajeros o como mucho de andar por casa. No me extraña que ante ciertas situaciones, como la pitada al himno nacional o la quema de la bandera de España, haya quien se desahogue en la red diciendo ciertas cosas que los aludidos consideran como poco crímenes de lesa humanidad, circunstancia que no se da con las pitadas al himno nacional o la gravedad de la quema de una o varias banderas de España como recientemente se hizo en Mataró, ante la divertida mirada de sus dirigentes municipales. Esto de que en España haya distintas varas de medir, según convenga, altera los nervios del más tranquilo.

Lanzar setenta bloques de hormigón en el fondo marino de un área de soberanía española por parte de la administración gibraltareña, no puede ser contestado unilateralmente por la Cataluña de Arturo Mas ofreciendo su apoyo incondicional al gobierno de Fabián Picardo. Directamente se me revuelven las bilis. No se puede ser tan pérfido y felón. Lamentablemente, la historia de España, y la de Cataluña está incluida en unos pocos capítulos, mal que les pese, ha tenido y tiene sus felones. Esos felones, que también tienen otro nombre, solo aciertan a ver en esta coyuntura a la que nos ha llevado la actuación a título personal del ministro principal gibraltareño, una posibilidad más para provocar la secesión de Cataluña, Quizá por eso unos cuantos de sus más entusiastas partidarios decidieron formar una cadena humana nudista mostrando la baja forma de sus formas corporales, mientras enarbolaban la «senyera» y mostraban unos traseros de pena al objetivo fotográfico. Los delanteros parecían todos ellos procedentes del país de los liliputienses. Tanto ruido para eso.

Resulta vergonzoso saber que los convergentes catalanes están cortejando de forma escandalosa a los dirigentes gibraltareños, en plena crisis contra España. Estudian la forma de participar en los actos conmemorativos del tercer centenario del Tratado de Utrecht, aquel puto convenio firmado entre España, Inglaterra, Francia y Holanda que puso término a la guerra de sucesión de España, pero que llevo aparejada la cesión de Gibraltar al insaciable Reino Unido. Un tratado anacrónico sobre el que la UE y la propia Onu debieran resolver. Tanta prisa por acabar con las colonias europeas en países africanos y asiáticos y, mire por donde, en suelo español existe la colonia de la vergüenza y la provocación: Gibraltar. Un peñón que en otro tiempo tuvo importancia estratégica pero que ya ni eso. Si acaso sirve para putear a España. Al puteo de Picardo y el Reino Unido se suma ahora el del gobierno del ínclito Arturo Mas que cuenta incluso con su propio ministro de Exteriores, el sin par Roger Albinyana.

Al gobierno de Mas se le puede pedir más seriedad, más responsabilidad y más rigor, hasta ahora inexistentes, sobre todo en los temas políticos que afectan directamente a los intereses de España. Porque Cataluña también es España, y lo que sea malo para España lo es en la misma medida para Cataluña, diga lo que diga y cuente lo que cuente el señor Mas a los catalanes que ya se lo creen todo, incluso que los niños vienen de París, quizá por eso su afán constante por jo... robar al prójimo.