Aviso de navegantes. Don Alonso de Ercilla y Zúñiga recuerda en La Auracana: «No hay contra el desleal seguro puerto». En la parábola, el amo reconoce la astucia del administrador infiel que curándose en salud, trampea las cuentas; por si un día la vida se le pone difícil, se asegura la gratitud y el favor futuro de los deudores, rebajándoles el importe de sus débitos; con el soborno se los gana para sí y los predispone contra el amo que considera avaro e injusto. «Mutatis mutandis», se diría que la fantástica narración del administrador infiel y vengativo se hace real estos días y que su protagonista -un ente de ficción- se ha hecho carne con nombre y apellido. Esta es la interpretación del caso Bárcenas en la que parecen convenir comentaristas mediáticos y buena parte de la amaestrada opinión pública. Nadie parece dudar de que el extesorero del PP actúa por vengarse de supuestos maltratos o negación de ayudas. Conoce donde le duele más a su antiguo partido y ahí le asesta los dardos. Es lógico que los enemigos del PP, muchos e irreductibles, le aplaudan y animen a seguir tirando de la manta; desde el momento mismo de la asunción del Poder por Rajoy , dieron comienzo a la operación de acoso y derribo; la ocasión la pintan calva y se aprestan a aprovecharla.

La incesante lucha entre los partidos se ha contagiado al mundo mediático y los periódicos de postín se vapulean «ad invicem». No podía esperar éxito semejante Luis Bárcenas ni el PP, tanto daño. Editorializa un diario que el ex tesorero ha logrado concitar contra Rajoy fuerzas dispares y antagónicas entre sí, que han procedido a una extraña alianza de intereses y ambiciones. Hay que perder el miedo a dar a este tipo de ajuntamientos su propio nombre, contubernio, aunque recuerde un famoso episodio de la época franquista. Mal se defiende el gato panza arriba; se equivoca el PP al denunciar chantajes y traiciones, por mas que parezcan ciertos; «el que no tiene coco no tiene miedo», dicen en mi pueblo; y en un romance del cerco de Zamora se previene que «Los que acogen traidores,/ traidores son llamados». No le falta enjundia a la premonición que dirigida a los zamoranos defensores de su reina legitima, es manifiestamente ofensiva por injusta; pero los romances y las crónicas suelen escribirlos los vencedores.

No sería honesto afirmar que el tenebroso tema de Bárcenas ha dejado de interesar al gran público; sin embargo, por lo que veo y oigo, tertulias y debates no han conseguido trasmitirle la fogosidad de ciertos tertulianos y tertulianas, rabiosamente energúmenos. Unos y otras se muestran ahora empeñados en demostrar quien sabemos de mociones de censura y democracia, asignatura en la que tampoco ha profesado de académico Pérez Rubalcaba. Ya veremos si el atribulado líder socialista cumple con la misma contundencia que amenaza. Por ahora, la cuestión depende del tratamiento que merezcan del juez los papeles aportados por Luis Bárcenas. Esta fresca mañana, en la tertulia de la terraza me ha sorprendido una pregunta que no había oído en debate televisivo: ¿ De quién son los papeles de Bárcenas, de quién? («De quién son estos olivos»). Pienso que la señora no preguntaba ni argumentaba a humo de pajas: si los papeles son de la propiedad del PP, ¿cómo salieron de sus oficinas y cuál es la calificación que merece el que los sacó ?; si son anotaciones del propio Bárcenas, aprovechándose de su cargo de confianza, su entrega al juez y sobre todo, su publicación podrían plantear un curioso «casus moralis». El que vende objetos adquiridos a los rateros, se llama perista. Y hay abundantes ejemplos de pruebas procesales -videos, conversaciones telefónicas...- inadmitidas porque no fueron conseguidas correctamente. El juez proveerá.