La Librería Diocesana en el Seminario, los stand en las ferias del Libro, nos sorprenden con una muy amplia presentación de títulos del Papa Francisco. Recopilación de escritos anteriores, producción propia, unos; otros nos acercan a su figura. Yo me he regalado «El verdadero poder es el servicio». Recoge, por lo que he visto, homilías, comentarios bíblicos, mensajes, cartas? Siendo mi primera «intromisión» en el pensamiento y la doctrina, en la figura del nuevo Papa, que al menos lo sea en el original. Los gestos, tan buscados y analizados, tan milimetrados en los primeros momentos, están ahí, responden a toda una línea de pensamiento y de actuación que es importante descubrir.

No tengo la pretensión de encontrarme con algo parecido a lo escrito por Benedicto XVI en el antes y durante su pontificado. Los escritos del que fuera Cardenal Ratzinger miraban quizás más a la iluminación de la mente, su larga docencia universitaria lo justificaba; los de Jorge M. Bergoglio buscan sobre todo «mover el corazón y convocar voluntades». Así lo dice él. Siempre es bueno acceder a algo nuevo, nuevo y enriquecedor. El libro en cuestión no procede por capítulos y sí por breves textos del Evangelio, que se comentan. ?

Uno de los ocho grandes apartados o comentarios del libro recoge el texto de Lucas 9, 13 y lleva el título «Denles de comer ustedes mismos», así, modo hispano. Son treinta páginas jugosas, interesantes de leer. Y ahí un breve comentario sobre la festividad del Corpus: «El Señor camina junto a nosotros». Las Parroquias de la ciudad celebrarán en este domingo la que se conoce como «Sacramental del Corpus», reedición a breve escala de la que fue liturgia y procesión del Corpus del pasado domingo en Zamora. El hecho de que este comentario se haga con la festividad del Corpus a la espalda y la Sacramental al frente justifica, me da licencia para mantener el tema.

Las fiestas del Corpus Christi y de la Sacramental nos hablan de otro pan necesario para sobrevivir como creyentes cristianos. Espanta la huida generalizada de la mesa donde Dios mismo se reparte, donde se nos da como comida para acompañarnos en la dura travesía de la vida. Francisco I habla de dos caminos y en ambos es protagonista el pan. «El camino cotidiano, dice, por entre las cosas de todos los días, en medio de la ciudad, que termina en la Eucaristía fraterna, en la misa. Y el camino largo de toda la vida, de la historia entera, que también terminará en la Comunión con el Señor en la Casa del Padre. La Eucaristía es el aliento y la recompensa en ambos caminos».