Muchos de los que me leen habitualmente saben que soy zamorano de cinco o seis generaciones, concretamente de San Pedro de Ceque. Pero lo cierto es que siempre he estado muy unido a León, y más en particular, a sus tierras agrestes y montañesas de la Cepeda.

Allí se está librando en estas fechas una tremenda batalla entre el gigante de Fenosa y el Ayuntamiento de Brañuelas, que quizás sea un enano, pero tiene muchas agallas (hoy vengo fino).

El caso es que el Ayuntamiento de Brañuelas exige a las eléctricas, y concretamente as Fenosa, el pago del IBI de todas las torres de alta tensión y postes de la luz que tiene distribuidas por los terrenos del pueblo y su término municipal. La cantidad, atrasos incluidos, asciende a casi 600.000 euros, y los juzgados han dado la razón al Ayuntamiento hasta una decena de veces.

Para el Ayuntamiento de Brañuelas, y lo cuento por si alguien cree aprovechable la idea, la cosa está clara: mientras las eléctricas eran de titularidad pública no había nada que alegar porque utilizasen los espacios públicos, para bien de todos y provecho igualmente público. Pero cuando se han privatizado las eléctricas y sus beneficios son privados, ¿qué razón hay para que se mantenga la gratuidad en el uso de los recursos comunes? Si los accionistas se llevan los beneficios, que esos accionistas paguen el IBI, como cualquier hijo de vecino.

Como digo, la justicia ya ha condenado a Fenosa a pagar esos seiscientos mil euros, pero las eléctricas, que se consideran las dueñas absolutas del país (y sus razones tienen, a juzgar por los vasallos que contratan como consejeros), siguen mareando la perdiz para no pagar. Hasta ahora han visto que pueden hacer lo que quieran, y no van a ceder en un precedente tan grave para ellas como este.

¿Y qué es lo que se juega aquí? Por supuesto no es medio millón de euros, que a ellos no les entra siquiera en la categoría de chocolate del loro, sino el precedente de ser ellos por una vez los que paguen en vez de poder cobrar por todo, a quien quieren, cuando quieren, y como les da la gana.

Lo que se ventila aquí es si se mantiene o no la ley del embudo, esa ley que estipula que todo lo suyo lo tenemos que pagar y que todo lo nuestro es de balde, se usa a voluntad y por la cara.

Lo que se pelea, en suma, es si las eléctricas, al pasar de públicas a privadas, siguen teniendo derecho a utilizar el patrimonio público como si fuese suyo, mientras los beneficios los reparten solamente entre sus accionistas.

Por eso, se gane o se pierda, salga bien o mal la iniciativa, recurran los electrocalambrosos al tribunal de Bruselas o al del Fuero Juzgo, creo que todos los ciudadanos de bien tenemos que apoyar a este ayuntamiento por su iniciativa.

Y no estaría de más que en Zamora, donde producimos la electricidad con nuestros valles, nuestra agua y nuestra tierra, exigiéramos alguna vez que se nos compensase de algún modo por lo que ponemos y nunca recibimos. Aunque fuese con un descuento en el recibo. Porque por eso se van las personas y las industrias: porque lo que necesitamos lo pagamos, y lo que tenemos, se lo llevan sin pagar. Empresas privadas y por la cara.

Pero nadie lo menciona.

A ver si espabilamos, carajo.