La carretera N-631 se mantiene entre las carreteras más peligrosas de las que atraviesan la provincia, según el último informe del Real Automóvil Club de Cataluña, el RAC, que señala especialmente 14,4 kilómetros desde el cruce con la N-630, a la salida de Montamarta, hasta el inicio Pozuelo de Tábara, por donde circulan más de 3.000 vehículos diarios y se producen una media de 1,7 accidentes con víctimas al año. Aunque en los últimos meses se han llevado a cabo mejoras del firme y en travesías como las del casco urbano de Tábara, la causa principal de la alta siniestralidad de la vía sigue sin remediarse.

Esta misma semana se producía otro accidente con un balance de un herido grave al empotrarse el vehículo que conducía contra un ciervo que atravesaba la calzada. La irrupción de fauna en el firme se repite a diario en una vía que atraviesa la Reserva Natural de la Sierra de la Culebra y que, inexplicablemente, no dispone de otro sistema de seguridad que la limitación de velocidad a 70 por hora en algunos de sus tramos, sin que exista alternativa de paso para los animales que viven en el entorno medioambiental, de gran atractivo turístico y cinegético.

Es previsible que ese tráfico que ahora registra la carretera se vea incrementado si se cumplen las previsiones del Ministerio de Fomento y se suprime el servicio regional de trenes entre Zamora capital y Puebla de Sanabria. A mayor circulación viaria, por tanto, mayor peligro potencial de una carretera que se convertirá en la única alternativa de transporte para quienes se desplazan a diario desde la comarca sanabresa a la capital por motivos laborales, de trámites administrativos o de carácter sanitario. No se trata de reivindicar la construcción de una autovía, que puede no justificar ni su tráfico ni el momento económico del país, pero sí actuaciones que garanticen la seguridad y que, a medio plazo, supongan un ahorro para la administración. En el último año son ya más de 200 las reclamaciones patrimoniales atendidas por el Consejo Consultivo relativas a accidentes por presencia de fauna en las vías públicas, gran parte de ellas hacen referencia directa a siniestros ocurridos en la N-631.

Los delirios electoralistas de PP y PSOE convirtieron a la N-631 en una candidata a autovía, una idea que se evaporó con la misma celeridad que muchas de las promesas de los programas de ambos partidos. Antes se habían desechado otras ideas como el vallado ante la oposición ecologista y, finalmente, la crisis desterró el último de los proyectos del Ministerio de Fomento en 2010, que preveía convertir la carretera en vía verde, para dotar a la zona de una solución similar a la del Parque de Doñana, con pasos subterráneos, vallados puntuales o accesos elevados a los pueblos que atraviesa. Pero los tiempos no parecen favorables a una inversión de 55 millones de euros en los que quedó evaluado el proyecto.

El último plan del actual Ministerio, dirigido por la zamorana Ana Pastor, justifica que la N-631 no se convierta en autovía «porque la A-66 entre Benavente y Zamora captará la mayor parte del tráfico de largo recorrido de esta carretera». La opinión del Ministerio se refiere, expresamente, a ese largo recorrido, pero o hace mención al tráfico más habitual, el correspondiente a las distancias medias que recorren a diario cientos de usuarios de la provincia para tareas cotidianas.

Esa es la tarea pendiente en una vía en la que, en palabras de la propia ministra, «se priorizan las actuaciones de conservación y seguridad vial». La seguridad de las personas entra en contradicción con cada accidente a causa de la irrupción de fauna, por la estrechez de los arcenes o por viaductos tercermundistas como los puentes de la Estrella o de Agavanzal, incapaces de albergar a dos coches en sentido contrario al mismo tiempo. Hasta que se resuelvan, persistirá el peligro y la Administración seguirá teniendo que pagar en daños patrimoniales lo que no invierte en actuaciones preventivas.