El pasado día 22 se conmemoró el Día Mundial del Agua. Una celebración que lamentablemente pasó desapercibida para el gran público, pendiente de la economía, los escándalos de corrupción, las decisiones de Bruselas y la política. Y es una pena porque el agua, la ausencia del líquido elemento, es el causante de la enfermedad y muerte de infinidad de niños en el mundo. Basta con decir, a modo de titular que cada día mueren 1.800 niños por enfermedades diarreicas relacionadas con la falta de agua, saneamiento e higiene. De ahí la importancia de la concienciación de la sociedad al respecto y muy en especial del papel que juegan los colegios, alumnos y profesores.

No hay que quedarse simplemente en la estadística, porque detrás de los datos y las cifras hay vidas humanas, hay niños y niñas. La solidaridad de los colegios ha hecho posible que más de 50.000 niños de distintas ciudades de España hayan participado por Unicef en distintas carreras del agua a favor de Níger. En Zamora fue el Colegio Virgen del Rocío el que se abanderó en la solidaridad con Níger para llevar a cabo un acto inolvidable. En Cataluña, numerosas piscinas celebraron «La Nit de l'Aigua» es decir, La Noche del Agua, con actividades lúdicas y deportivas. Iniciativas así son las que a veces faltan en Zamora. Por eso, benditas y bienvenidas sean las que se celebran al amor de la solidaridad.

Me parece terrible que seamos incapaces de ver las tragedias humanas que subyacen en cada estadística. El responsable del programa de Unicef de agua, saneamiento e higiene, Sanjay Wijesekera, ha puesto el dedo en la llaga al advertir: «Si 90 autobuses escolares llenos de niños se estrellaran cada día, y no hubiera supervivientes, el mundo prestaría atención. Pues esto es precisamente lo que ocurre a diario debido a la mala calidad del agua, el saneamiento y la higiene». Hasta tal punto es así que casi el 90% de las muertes de niños producidas por enfermedades diarreicas están directamente relacionadas con el agua contaminada. A pesar del aumento de la población mundial, estas muertes se han reducido significativamente en los últimos diez años pasando de 1,2 millones de muertes anuales en 2000 a unas 760.000 al año en 2011. Unicef considera que todavía son muchas. Pero se están haciendo los deberes y se están haciendo bien. Abundando en la estadística, detrás de la que hay seres humanos, de los 783 millones de personas que no tienen acceso a agua potable en el mundo, 119 millones se encuentran en China, 97 en India, 66 en Nigeria, 36 en República Democrática del Congo y 15 millones en Pakistán. Sin duda, un mapa devastador.

Como para no ponerle etiqueta al agua. Si por lo menos se consigue hacer saber la magnitud del problema y conciencias a la sociedad, algo se habrá conseguido para tratar de reducir la mortalidad infantil en estos y en otros países. Los números pueden ser fríos pero las vidas son reales, de niños con rostro y con nombre que tienen derecho a la salud, a la supervivencia y al futuro. Hay que mirarles directamente a los ojos, observar sus rostros y obrar en consecuencia. Con voluntad política, inversión y un enfoque de equidad todo resultaría mucho más sencillo. El agua es un bien común, pero escaso. Acordémonos de esta frase siempre que abramos el grifo, siempre que utilicemos el agua. Entre todos, podemos conseguir rebajar la enorme cifra: 1.800 niños que mueren cada día por enfermedades relacionadas con la falta de agua. Ojalá que lo que aquí escribo sirva de algo.