Pues sí, lo confieso abiertamente, estoy hasta los mismísimos de escuchar todo el santo día a catalanes como los Pujol, el Mas, el Junqueras y demás compañeros en el separatismo más engañoso e indecente, quejarse de España y de los españoles, como si ellos fueran otra cosa. Como si lo de la república independiente de Catalonia fuera un hecho. Como si les viniera de antiguo, es decir, históricamente, por una serie de singularidades. Las únicas singularidades que reconozco, sobre todo en los distintos líderes independentistas y su descendencia, es el engaño, el fraude, la prevaricación, la traición y el pillaje, como se está demostrando que hicieron los eximios hijos del no menos eximio Jordi Pujol, con un patrimonio que no pueden explicar, y el propio Artur Mas.

Espero y deseo que la Fiscalía no se duerma en los laureles como acostumbra y al igual que le ha pillado los 22 millones de euros en Suiza a un tal Bárcenas, que fue tesorero del Partido Popular, que ponga al descubierto primero a los Mas y a los Pujol, para a continuación ponerlos a cubierto durante un buen número de años, en la misma cárcel Modelo de Barcelona. No siendo que los traigan a Topas y a la cantinela del acercamiento de presos etarras al País Vasco haya que añadir la salmodia del acercamiento de «butifarras» catalanas a cualquiera de las provincias que componen esa comunidad.

Cómo es posible que ciudadanos hechos y derechos se presten, siguiendo consignas independentistas, a salir a la calle, luciendo pancartas en las que puede leerse: «Espanya ens roba molt. I ara ja es pot dir». Traduzco, ya que hablo catalán, aunque no hace falta: «España nos roba mucho. Y ahora ya se puede decir». España no roba, la robada es España y los ciudadanos españoles que consumimos infinidad de productos catalanes y pagamos religiosamente con dinero en efectivo o con tarjeta en el súper o en el ultramarinos de al lado. El día en que dejemos de comprar cava catalán y productos de, por ejemplo Nutrexpa, como el Cola-Cao, que catalán es, se lo van a tener que merendar en frío. ¡Si no fuera por nosotros, no sé qué iba a ser de ellos! ¡Ojo!, de los que protestan, de los que nos insultan, de los que nos agravian, de los que hacen que se nos hinchen los ovarios y otras cosas. Ni que fuéramos unos apestados. Ni que fuéramos unos pobrecitos parias. Si gracias a la inmigración procedente de Andalucía, Extremadura y Castilla y León, Cataluña subió como la espuma. O, qué creen, que nos chupamos el dedo.

Los españoles somos los permanente y verdaderamente insultados y ofendidos. Y los que hasta ahora, por respeto, nos veníamos callando. ¡Pues se acabó! Ni respeto, ni admiración ni nada que se le parezca. Y me atrevo a pedir que dejemos de consumir productos procedentes de Cataluña. Yo que siempre he admirado a los catalanes, que incluso hablo medianamente bien, pero con un acento envidiable, su lengua, que siempre he tenido para ellos y hacia ellos palabras de elogio y admiración. Pues, mire usted, se me han atragantado y del cuello no pasan. Tengo un empacho tal de tanta gilipollez proveniente de sus políticos y algunos de los borregos que se dejan engañar por ellos, que estoy, como explico más arriba, hasta los mismísimos?, usted ya sabe.