La pajarita de lunares de Leo Messi cuando recogió el Balón de oro que le consagraba como mejor jugador urbi et orbi, era hortera, pero nada grave. Lo grave es que los equipos de fútbol de estos dioses que se ganan el oro con la facilidad con que los humanos nos ganamos el paro, son unos corruptos despilfarradores.

Cierto que en medio de una crisis brutal, es maravilloso saber que el once ideal del fútbol está formado por señores que cobran su nómina en España. Lo malo es que no somos Alemania, que no tenemos el contador de la prima de riesgo a cero, ni el paro en el cinco por ciento.

Nada que decir al despendole nacional, salvo porque muchos clubes están en la más absoluta de las ruinas, deben hasta la manera de andar y escurren el bulto cuando el fisco les llama al orden.

Los embargos de bienes y derechos son el pan nuestro de cada día. La morosidad es galopante. Según la Agencia Tributaria, la deuda asciende a más de setecientos millones de euros. El concurso de acreedores es la moneda corriente de estos fantasmas que cuando se le quita la sábana, no tienen debajo nada: una redonda desnudez. La agencia fracciona y aplaza pagos porque no son humildes trabajadores en paro. A estos los lanza de sus viviendas con una patada en el culo.

Ahí tienen al Coruña, con administrador judicial, burlando como puede a Hacienda, mientras sus dirigentes sacan pecho, comen ostras con los dirigentes de otros equipos y se ríen de la afición y de nosotros. Le han embargado los ingresos tanto del contrato televisivo como de venta de entradas, pero no pasa nada.

No sé por qué, en esto, el Estado es tan permisivo. No sé por qué no mandan al banquillo a todos los clubes que están empeñados. Un humilde currito que deba dos gordas, acaba ante los tribunales, embargado, y apaleado moralmente.

A veces de la sensación de que en esta casa de meretrices en que los políticos han convertido a España, solo hay bula para ellos mismos, los banqueros y los señores que manejan el tinglado del fútbol.

Un señor que le da patadas a un balón cobra tantos miles de millones como los que el Estado destina a asuntos sociales. El mundo al revés. Cierto que lo del fútbol es asunto privado y que genera riqueza. Pero siendo así, que pague, que se les presione, que si tienen que vender a sus figuritas para cumplir sus compromisos, que las vendan.

No entiendo cómo Alemania, que vive la situación más estable y próspera de la eurozona, no se permite los lujos que nosotros. Somos Quijotes en esto, como en tantas cosas. Lo curioso es que el ciudadano de a pie, en paro y muerto de hambre, echa cohetes y bombas cuando el presidente de su club anuncia que se va a gastar cincuenta millones de euros en comprar las habilidades de un señor durante cuatro años.

El fútbol genera mucho dinero, pero también muchas ruinas. Por eso, con estos tíos, como con los de la banca, tolerancia cero. Y si nuestros equipos tienen que jugar con cuatro tuercebotas porque no tienen para botas de oro, que lo hagan.

A ver si de una vez por todas les meten mano a los suculentos contratos que siempre se hacen procurando evadir el máximo de responsabilidad frente a las arcas públicas. Ahí es donde hay que dar, porque ahí es donde les duele. Sus retribuciones millonarias deben tributar con millonarias contribuciones fiscales. No puede convertirse el país más pobre en el paraíso elegido por los ricos futbolistas para forrarse.

Messi, Ronaldo, Falcao, argentinos, portugueses, colombianos, todos vienen a por el maná a este mantel. Alguien, en un programa de insultos y variedades, alababa como un gran triunfo el que toda esta pléyade de multimillonarios cobre de nuestros bolsillos. Y lo cojonudo es que el público le jaleaba.

A mí me produce sarpullido. Cuando paguen sus deudas, a mí como si se la machacan. Pero mientras no cumplan, leña al mono, que es de cuero.

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