Mientras a la alcaldesa de Zamora le crecen los enanos y hasta se le rebelan quienes parecían de la cuerda (ni los cien días de tregua clásicos le han dado a la mujer), el presidente de la Diputación ha metido la directa y se dispone a cumplir el programa electoral a marchas forzadas, aunque, como diría Rosa Valdeón desde el Ayuntamiento y con sana envidia, «con mayoría absoluta... ¡así cualquiera!». Nos prometió Martínez Maíllo hace sólo unos meses, entre otras muchas cosas, un gran centro de ocio, recreo y deporte en la finca de La Aldehuela, y ya vemos que se han puesto manos a la obra sin excesivas dilaciones. Cuando se anunció la iniciativa temimos, no sólo yo, por el futuro de la política agroganadera que la institución provincial desarrolla hace años con base en esa heredad privilegiada, especialmente en lo que atañe a las razas autóctonas y a la agricultura ecológica, que tantos frutos vienen dando en los últimos tiempos. Pero no. La Diputación no va a desnudar a un santo clásico para arropar a otro vanguardista y con mayoría de devotos urbanitas. Lo tiene todo previsto y hará las cosas desde abajo, en una secuencia lógica, habilitando primero un sitio idóneo para continuar la actividad agropecuaria oficial y después acometer el proyecto recreativo en la antigua granja.

Aunque todo lo que se haga por el sector primario siempre nos parecerá poco, no se le puede negar a la Diputación de Zamora el esfuerzo -y con buenos resultados- que ha hecho a favor de las razas autóctonas, por asegurar la presencia de éstas en las grandes ferias (en la internacional de Salamanca sólo oí elogios para los ejemplares que llevamos), por posibilitar la supervivencia del vacuno del oeste provincial o del famoso linaje asnal zamorano-leonés, y por impulsar el desarrollo de una agricultura ecológica (no sólo con los certámenes de Ecocultura) que hasta anteayer apenas existía en nuestra provincia y hoy ya cuenta con un número considerable de productores. Supongo que de este éxito, además del empuje necesario desde los despachos políticos, también tiene la culpa el equipo técnico agropecuario, joven y con iniciativa, que gestiona el día a día del área y que, lejos de la frialdad funcionarial, evidencia pasión por lo que hace. Eso es lo que, al menos, yo he visto cada vez que me acerco a una feria. Y que supongo que seguirán haciendo en las nuevas instalaciones de Madridanos.

Asegurado, pues, el futuro de la política agroganadera de la Diputación, los ojos se vuelven ahora a lo que se pretende hacer en una finca que es un caramelo, se mire por donde se mire. Su ubicación privilegiada, ya en el corazón de una ciudad que también crece por ahí (esa es una razón para el cese en la misma de toda actividad ganadera), es un aliciente más para velar por el acierto en el uso recreativo, deportivo y de servicios que se le pretende dar a estos terrenos. Ya nos anuncian lagos y fuentes, lugares de paseo, pistas deportivas, un campo de golf... y hasta la posibilidad de un hotel que complementaría el complejo y la creciente actividad que registra el pabellón ferial de Ifeza. Pero nada está cerrado. Acierta la Diputación al calificar esta actuación como "proyecto abierto", para que las asociaciones de empresarios y del sector turístico aporten ideas e incluso tomen la iniciativa inversora donde sea menester, imagino que con igualdad de oportunidades para todo aquél que esté interesado. Si se hacen las cosas bien y se atina en los propósitos y en el tratamiento medioambiental de la zona, la nueva Aldehuela será una aportación histórica a la modernidad sostenible de Zamora. Verán.