Las personas mayores vivimos la vida desde una arraigada añoranza, en nuestra juventud todo fue hacer proyectos de futuro; pero cuando el futuro ha pasado y de todo lo soñado apenas quedan reminiscencias, la realidad se impone y el refugio de los sueños nos acomoda en la remembranza de otrora. Desde esa situación se pierde la objetividad pero nunca la experiencia que se ve derivada, por la acción del tiempo, a una notoria hipersensibilidad en extremo de prudencia. Prudencia y consejo de ancianos que saben aprovechar los pueblos más primitivos, donde el ser mayor se considera y se respeta. Con esto, quiero exponer los motivos por los que la juventud, más o menos madura, es proclive a cambiarlo todo porque sí; y de esa manera se deforman las normas sociales desde premisas que son fantasías o locuras que pagaran los tiempos siguientes; si bien, es verdad que la tradición evoluciona por la acción de los nuevos criterios que imponen los tiempos modernos con sus nuevas técnicas y su prodigioso avance en ciencias, especialmente de la comunicación. Así, en Benavente, el toro enmaromado, que fue el alimento regalado por los señores en una fiesta religiosa, se convirtió en La Fiesta del Toro Enmaromado, obviando el extremo religioso de sus inicios; otro tanto sucede con los Reyes Magos, que están siendo eliminados por Papá Noel o Papá Navidad, y en actualidad se mantienen por el espectáculo de la cabalgata.

De todos estos bandazos, que sin duda son signo de los tiempos, colijo que hemos perdido el rumbo de la Estrella de los Magos. Los Magos, al fin y al cabo, representan personas que desde países remotos siguen, por los insondables misterios de la fe, una ruta arcana que les señala una luz misteriosa y los lleva a un destino enigmático. Apreciemos que la fe, es una fuerza interior que nos alumbra en el camino de la vida para llevarnos a un fin presentido o soñado. Sin lugar a dudas, es una locura idealista que, a veces, impone arduos sacrificios personales, pero que no siempre propicia el bien éticamente correcto. Sin embargo, poco a poco, comprendamos el resplandor y la enseñanza de la Estrella que guió a los tres personajes misteriosos desde los confines del Mundo al pesebre de Belén; y por fin, allí, tuvieron el encuentro con la persona que definen con sus regalos como Dios, Rey y Hombre.

Esas son las pedagogías que debemos meditar y aprender; porque esa es la única travesía que en acción de paz, amor y justicia nos llevará desde la convivencia al verdadero progreso social. Soñemos como cuando éramos niños, vivamos la ilusión de los Magos y la Estrella. Recordemos que es necesario ser como un niño porque «de los niños es el Reino de los Cielos».