Para muchos zamoranos, 2012 será un año para olvidar, un año en el que se agudizó una crisis que deja en la estacada del paro a casi 19.000 personas, de las cuales la mitad no cobra ninguna prestación oficial. Nunca hubo otro récord más triste en la provincia, si se exceptúa el de una despoblación que se acelera a pasos agigantados. En 10 años Zamora ha perdido más de 7.000 personas y la población total apenas supera en poco más de 1.000 habitantes los 190.000. Diez años atrás, aun habiendo perdido hasta un representante en el Congreso por descenso demográfico, todavía rozábamos los 200.000.

Muchas de esas 7.000 personas que contabiliza a la baja el censo del INE son jóvenes que han salido en busca de un puesto de trabajo acorde con su formación, o simplemente tanteando una salida a la desesperada en las grandes ciudades y en otros países. La historia tiende a dar vueltas sobre sí misma y eso es lo que ocurre desde hace décadas en Zamora con la emigración. Como consecuencia, arrastramos de nuevo la edad media más alta de toda la región, 48,65 años, siete más que la calculada por la estadística en el conjunto nacional. Como en los 50, 60 y 70. Pero ahora lo que nos abandona es el talento formado con el esfuerzo y el dinero de la propia sociedad zamorana. La pérdida, en comparación con los años de mayores migraciones es, si cabe, aún más dolorosa.

Con los números en la mano, cuesta trabajo pensar cómo Zamora puede sobrellevar la situación. Sin duda influye la existencia de una cada vez más asentada economía sumergida, cuyo valor estiman los técnicos de Hacienda en mil millones de euros al año. La cifra representa el 27% de la recaudación impositiva en la provincia. El trabajo en negro y las pensiones menguantes sirven de colchón para amortiguar las precarias economías familiares. Pero no ofrecen ninguna alternativa de futuro. Este pasa sin duda por afrontar con determinación la revitalización de un tejido productivo en situación de absoluta emergencia.

El tiempo de lamentarse por la falta de infraestructuras adecuadas, tan justificado durante décadas, no da más de sí. El tramo de autovía entre Benavente y Zamora, vergonzosamente e injustamente relegado, comenzará por fin a ser construido en julio. La Autovía de La Plata quedará con él concluida y Zamora conectada por carretera como debía estarlo desde hace muchos años. Ahora lo que hace falta es fomentar el desarrollo de proyectos emprendedores que puedan utilizar esas ventajas y otras inherentes a la provincia, como los moderados costes laborales o de los productos y servicios básicos.

La alimentación, por ejemplo, es un mercado en constante alza que no siempre ha sido aprovechado en todas sus posibilidades. Buena prueba de ello son empresas como la gran quesera García Baquero, que hará partícipe a la provincia de la expansión que acarreará la creación de 500 puestos de trabajo entre la factoría de Toro y la que posee en Castilla-La Mancha. Recientemente se daba cuenta en estas mismas páginas de los primeros resultados del plan Sierra de la Culebra, que trata de asentar población con gentes llegadas de otros puntos del país y que ven en la agricultura una referencia para labrarse una oportunidad alejado de la gran ciudad, por citar otro caso esperanzador.

Para salir adelante debemos vencer tópicos y viejos complejos, luchar por un sector primario capaz de evolucionar, cerrar ciclos alrededor de la industria agroalimentaria y centrar las reivindicaciones en sectores como la producción eléctrica. Los embalses de la provincia están produciendo energía a un ritmo superior al de otros años, energía limpia, renovable y altamente rentable de la que Zamora se beneficia con cuentagotas. Municipios afectados por los embalses, como Muelas del Pan, han emprendido caminos en busca de una compensación nunca obtenida de las empresas del sector que haga más justo el reparto de las cargas fiscales.

Lo que urge, en suma, es la articulación de un tejido empresarial eficiente y creativo, algo para lo cual será necesario que se despejen las incógnitas sobre la posibilidad de financiar los proyectos. 2013 será un año vital también en esta cuestión, pues en él se determinará el futuro para la caja regional España-Duero, la entidad de mayor implantación en Zamora. Es de desear que Castilla y León siga teniendo peso específico en el nuevo mapa financiero que se dibuje con las operaciones en marcha, pero lo imprescindible es que vuelva a fluir el crédito de manera que familias y empresas puedan ver atendidas sus necesidades. Son retos que ni Zamora ni los zamoranos debemos eludir durante el año que está a punto de comenzar.