En Benavente, al menos en los círculos de mi entorno, estos días, con la publicación del último libro de SS Benedicto XVI, «La infancia de Jesús», los comentarios de adeptos a los medios de comunicación, especialmente televisión, no dejan de producirse y se comentan que el Papa nos ha suprimido el burro y el buey del nacimiento; Pero lo curioso de los comentarios es, sin duda, que quién los hace ni leyó el libro ni lo hace en nombre propio.

Lo cierto es que siempre que habla el Papa, una serie de ateos, de laicos y de inconfesos intrigantes, intentan boicotear las palabras de Su Santidad. El odio manifestado hacia la Iglesia por algunos intelectualoides progres del alto estamento cultural español y personajes de la vida pública, es totalmente sectario, asombroso, difícil de alcanzar y entender; cómo juzgar a los que proyectan la libertad desde la agresión y no quieren percibir que hay palabras que no se dirigen a ellos; Cuándo entenderán, de una vez por todas, que ser cristiano es para el que quiera, que el Santo Padre, habla para los que deseen escucharle en entera libertad de aceptación.

El cristianismo - desde el Evangelio- no se concibe sin libertad; y estos personajillos no comprenden más libertad que la conformidad con sus tesis aprendidas que imponen hasta con violencia; caso y ejemplo, la actuación del PSOE, los liberados sindicales, los insolentes sabios periodistas de la prensa adicta a la causa laica y los declarados demócratas de Democracia Real ¡ya!, que, solo, son inconformistas antisistema.

Pero volviendo a Benavente he de decir que siguiendo mi costumbre, estoy tomando los chatos de la mañana y, un deslenguado, hablando a gritos y coreado por las risotadas del grupo de acompañantes, suelta, para conocimiento de toda la concurrencia, el chiste de turno: Este Papa, la ha dado una patada en los huev? a la mula y al buey. Por lo visto, ha sido tema destacado de discusión en televisión. Desde luego, si pretenden hacer referencia al libro del Papa, La infancia de Jesús, tengo presente en «La Razón» del 23/ 10/ 2012, se exponía la contestación del Portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, donde le preguntaron por el nuevo libro del Papa, en el que el Pontífice recuerda que los Evangelios no mencionan que hubiera ningún animal en el pesebre. El obispo dijo: ?«¡Poned el belén con la mula y el buey y sabed lo que significa! El Papa dice que hay que seguir con esa preciosa iconografía». Martínez Camino confesó que tenía muy estudiado el tema desde que pronunció un pregón navideño en una asociación de belenistas de Oviedo. Continuó diciendo: «Hace dos mil años que cualquiera que haya leído los Evangelios ve que allí no aparecen la mula y el buey. Y declaró que, El Papa, explica en su libro que, el asno y el buey, aparecen luego, en el arte, por el capítulo primero de Isaías: «el buey conoce a su amo, y el asno, al dueño del pesebre, pero Israel no conoce a su Creador». San Justino, en el siglo II, interpreta que con Jesús ya Israel conoce al Creador, y pone como símbolo a estos animales en el pesebre. En la pintura románica catalana del siglo XII están con los ojos como platos, mirando al Niño Jesús, y también en el belén, que inventó san Francisco de Asís en la Edad Media», ?Al obispo le asombra la polémica, pero no le molesta: «Va bien para que se lea el libro».

A pesar de estas opiniones conciliadoras, que compartimos los cristianos, no entiendo los cientos de asesinatos que se cometen en el mundo contra nosotros, ni ese rencor y ese odio visceral con que se nos trata en España, cuándo sólo pretendemos ayudar y compartir nuestra pobreza respetando a todos, sean quienes sean. Como dice san Pablo: «Nos derriban pero no?».