El 16 de diciembre de 1870 fue una fecha clave para la explotación hidroeléctrica del Esla. Ese día nacía en San Sebastián José Orbegozo y Gorostegui, un hombre, que con solo 24 años, allá por 1894, se licenciaba como Ingeniero de Caminos. En 1903 los bilbaínos Fernando Celayeta, Eugenio Gasset y Manuel Taramona, llegaron a Zamora donde alquilaron caballos, mulas y burras «zamoranas» para recorrer los arribanzos , conscientes ellos que la estrechez del cauce, con fuertes desniveles, convertían al Duero y a sus afluentes Esla y Tormes en diamantes en bruto para la producción energética hidráulica. El primer paso para construir el embalse nacía en 1906 con la creación de la Sociedad General de Transportes Eléctricos domiciliada en Madrid. Al tratarse de tramos internacionales entre España y Portugal hubo serios problemas para hacerse con las concesiones oficiales. Cuando la incertidumbre y la desilusión se adueñaban de la situación, allá por 1917, entraba en el Consejo de Administración José Orbegozo, que luego sería alma corazón y vida del Salto de Ricobayo. El 3 de julio de 1918 se constituía en Bilbao la Sociedad Hispano Portuguesa de Transportes Eléctricos «Saltos de Duero» (a partir del 30 de septiembre de 1944 Iberduero) con un capital fundacional de 150.000 millones de pesetas, gracias en parte al empresario bilbaíno Horacio Echevarrieta. El 11 de agosto de 1927 se firmó en Lisboa el reparto de la explotación hidráulica del Duero Internacional accediéndose a construir el Salto de Ricobayo que comenzó en la primavera de 1929 y se culminó en 1934, con 380 kilómetros de costa y 5.855 hectáreas de vegas anegadas por 1.173 hectómetros de agua. El 4 de enero de 1935 se comenzó a distribuir energía al norte de España, a 135.000 voltios, por la linea «Esla-Alonsótegui». Setenta y ocho años después de llevar progreso al País Vasco cables y torretas dejaran algo en su punto de origen. Mas vale tarde que nunca.