La historia ha seguido el curso de los ríos y se ha escrito a lo largo de los siglos sobre los hombres, la sociedad y la humanidad que han llenado las páginas de todas las épocas hasta llegar a la nuestra. Hay etapas de auténticos hitos que suelen llevar nombres y apellidos, que después no de siglos, sino de milenios, se siguen tratando con toda reflexión y respeto. Son los ríos con esas obras gigantescas los que no han perdido nada de su personalidad ni de su utilidad. Ríos y puentes son la clave a la hora de definir los niveles de desarrollo y de futuro de ciudades o comarcas.

Fácil es citar ejemplos, con nuestro nuevo puente, ese que parece haberse dormido sin duda encantado al contemplar desde su emplazamiento la proa de la gran fortaleza que parece querer escapar río abajo camino del sol, ese camino que ha marcado siempre la ruta de la historia del futuro y hasta de los imperios.

Nuestro nuevo puente ha elegido un lugar predilecto, destacado, todos y cada uno de los puntos de vista que el más exigente pueda rebuscar. Cruza y se recrea en la tierra más rica del entorno de la ciudad, esa tierra donde la historia y la leyenda se hermanan para escribir uno de los romances más bellos y más fecundos de todo el medievo.

Campo de la Verdad, nada mejor que darle ese nombre mítico a ese puente que además de definir una parte importante de nuestro futuro, conservaría ese nombre como una joya de ese racimo de páginas que se escribieron sobre ese lugar en el que se juzgó con rigor y firmeza toda una definición histórica. Que ese camino no rompa nunca la historia que sobre su suelo se ha escrito con tanta vehemencia como la hecha romance.

Puente de la Verdad y en esa gigantesca rotonda que marca y define su camino, en ese lugar donde dos columnas, viejo despojo del monasterio de los Jerónimos que un día dos concejales del Ayuntamiento salvaron, esperamos que no se pierdan y en su lugar lo ocupen como complemento a tan dignos lugares de nuestra historia las figuras de Arias Gonzalo y sus hijos, una cita que nuestro buen amigo don Dionisio Alba Marcos me sugería desde su retiro hogareño hace muy pocos días.

El Campo de la Verdad ya tiene su enlace y al pasar por él, la Verdad adquiere una dimensión nueva y mucho más amplia al convertirlo en camino, que como afirmamos al principio, es donde se escribe la verdadera historia.