Hoy en día, en todos las corros de chismorreo social, ya sea el café, el paseo con los amigos, la tertulia de los vinos o donde se junten más de una persona, -al menos aquí en Benavente-, lo inmediato es hablar de la pobreza a la que nos somete el implacable tijeretazo del Gobierno. Esto es lo que la mediática propaganda PSOE-sindical está haciendo: Ha cambiado la evidencia de todo lo sucedido y, en la cabeza de multitud de personas los responsables causantes de los problemas se han diluido entre las manifestaciones que ellos mismos patrocinan y organizan. Es cuestión elemental, de manual propagandístico; así, estos nazis e indiscutibles Goebbelsianos que predican desde sus premisas hitlerianas y siguen las normas de la propaganda del Reich, entienden que «Una mentira mil veces repetida... se transforma en verdad» y que «Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida..., porque la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». (Del manual de propaganda del Nacional Socialismo).

Ante este daño que se evidencia, me preocupa que las personas de un pueblo solidario, como es la gente de Benavente, hayan sido manipuladas, con insistentes mentiras, hasta la saciedad. Que las amas de casa sientan que los recortes son consecuencia caprichosa y desasimiento estatal, cuando son el fruto de la necesidad de financiación estatal con capital ajeno a la hacienda pública en quiebra. Que no entiendan la fatalidad que tenemos de tener que seguir las normas que nos imponen los prestamistas para subsistir, porque el Estado lo arruinaron y ni recauda ni tiene dinero para subsistir. Que solo los réditos de la deuda representan una cantidad astronómica y con los gritos destemplados, las pancartas y el follón desmedido que promueven los personajes que nos destruyeron, pagamos más intereses. Que estos cómicos de sainete progre vayan comiendo el coco a las masas con la clarividencia de sus razonamientos actuales que no usaron ayer desde el poder, ¡es de locura! Me decía un amigo, hablando del tema, no hay derecho que no nos suban lo prometido a los jubilados, y hubo que recordarle que ya el PSOE, diciendo que nos subía nos bajaba la pensión; que el PSOE metió la primera y más salvaje cuchillada a las pensiones y a los funcionarios pero, erre que erre, siguió malgastando a mansalva, sin miramiento, sin pudor y escandalosamente.

Claro que, para esta sociedad de consumo y exageradamente manipulada, el sentimiento de pobreza se asocia a indigencia, a mendicidad, a suciedad, a miseria humana, a la parte degradada de la sociedad y, en definitiva, a la estereotipada visión tremebunda y dramática de entender la pobreza como limitación de medios. Contra esta situación se sublevó aquel filósofo griego del farol, Diógenes el Cínico, que pretendió evidenciar, en su día, el error del mundo, que vivía y vive en el dislate de la apariencia y lo superfluo, de la fatuidad y lo innecesario, exponiendo que en lo natural está el principio de la felicidad. Desde el mundo clásico hasta nuestros días grandes cosas se han dicho sobre la pobreza. En mi pequeña biblioteca guardo, con un cariño especial, los Diálogos morales de Séneca a Lucilio, el libro 7º se titula «De la pobreza». Al recordarlo estimo ¡qué cerca está el pensamiento de nuestro cordobés de su coetáneo Jesús de Nazaret! Para Cristo, la pobreza es una virtud propia de bienaventurados. Y «virtud», según la RAE, es la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral. La Vulgata dice: «Beati pauperes spiritu, quoniam ipsorum est regnum caelorum. (Felices los que tienen alma de pobre, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos)». Ahora que pintan bastos, arreglemos las cosas con paciencia y sentido común. Miremos bien con quién andamos y a quién seguimos, nos jugamos algo más que la miseria.