Entro por casualidad en el BOE y me doy de lleno con una noticia que me ha llenado de alegría. Un zamorano, Medalla de Plata al Mérito Civil, otorgada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Hasta donde yo sé, esta condecoración, importante donde las haya, se concede a ciudadanos españoles o extranjeros que hayan realizado méritos de carácter civil como servicios relevantes al Estado o trabajos extraordinarios.

Manuel Javier Montero Álvarez debe reunir todos los requisitos porque ha sido o está a punto de ser condecorado con tan significativa distinción. Manuel Javier es, desde el año 1990, policía nacional. En 1992 fue trasladado al País Vasco, y más concretamente a Bilbao, y allí continua. Antes en el Grupo de Escoltas, ahora con las aguas del terrorismo etarra ligeramente más calmadas, en tareas de contravigilancia.

Conozco a Manuel Javier desde hace unos cuantos años, porque conozco a sus padres. Pero tuve la oportunidad de intimar un poco más con él cuando, precisamente ejerciendo su labor de escolta, acompaño a una ciudadana vasca amenazada por Eta a Zamora, para participar en el Foro del periódico. Desde entonces, poco más he sabido de Javi, como yo lo llamo con afecto, salvo cuando se encuentra en Zamora disfrutando de los llamados «días psicológicos» que necesitan todos los hombres y mujeres de las Fuerzas del Orden destacados en el País Vasco.

Todavía me estremezco cuando recuerdo algunos de los muchos episodios luctuosos que Javi me contó en aquella ocasión en que volvió a Zamora como escolta de G.M.T. A día de hoy, una todavía no se atreve a pronunciar más que las iniciales de algunos nombres cuyos propietarios estuvieron y están amenazados por Eta. Porque nadie ha dicho desde la cúpula terrorista que se hayan olvidado de ellos. De hecho hay comandos hibernando que no se han disuelto. Hombre, a fuer de ser sincera debo decir que el número de escoltados ha bajado sensiblemente, pero ahí continúan con esa especie de espada de Damocles pendiendo sobre sus vidas.

En tantos años como policía nacional, Javi Montero nunca ha dejado el País Vasco, nunca ha dejado Bilbao donde pasó periodos durísimos de su vida profesional y aun personal viendo sangre, devastación y muerte en derredor. Cuando las bombas lapa y las 9 milímetros «parabellum» se cargaban a compañeros y amigos. No es de extrañar que deban volver cada poco a casa y no solo por Navidad, sino para disfrutar de esos «días psicológicos» que impiden que pierdan la razón.

Yo sé que Manuel Javier Montero es un chico decidido y «echao palante» de los que no tienen miedo al enemigo pero sí un respeto imponente porque ha visto cómo cientos de amigos y compañeros han perdido la vida. Sé que Javi es un tipo valiente donde los haya, no me extraña que sus jefes superiores le hayan propuesto para una condecoración que le ha sido concedida en atención a sus méritos. Ni más ni menos que la Medalla de Plata al Mérito Civil. Tengo para mí que los méritos de Javi son numerosos. Mi enhorabuena a este excepcional policía nacional zamorano, con destino en Bilbao, y a sus orgullosos padres Manuel Montero y María Álvarez.