La última moda entre los ricos muy ricos es el exilio fiscal. Mientras las cosas van bien en su país de origen todos felices y contentos engrosando la cuenta corriente o la otra no tan corriente que vaya usted a saber. Pero en cuanto vienen mal dadas y les aprietan las clavijas, ¡hala!, se cogen carretera y manta y cambian el domicilio, y no solo el fiscal, por uno más conveniente a sus intereses. En Francia ha sentado como una patada en el «popotin» «posterieur» «anus» «derrière» «pétard» o como quiera que se denomine «culo» en «française», la decisión del actor Gerard Depardieu de instalar su residencia en Bélgica por la subida de impuestos en Francia. De momento, el actor galo es el último francés en buscar refugio fuera de su país nativo después de una serie de subidas.

Y, claro, el Gobierno de allende los Pirineos, que no es como el Gobierno de aquende, ha puesto el grito en el cielo. Hasta el punto de que el primer ministro galo, Jean Marc Ayrault, ha arremetido contra los exiliados fiscales que quieren «hacerse aún más ricos» y que buscan «exonerarse de la solidaridad con los otros franceses». Huy, «monsieur» Ayrault, de esos, de los de esa calaña, en España, a porrillo. Los tenemos de todas las ideologías, clases y condiciones. Fundamentalmente empresarios tan jetas como Díaz Ferrán, políticos, ricos de solemnidad, miembros de la cultura del pelotazo, actores, deportistas y ciudadanos en general con más que posibles.

Pero, mire, por lo menos en Francia el Gobierno reacciona y persigue. No como aquí. Se sabe quiénes tienen la pasta gansa en Suiza y sin embargo no se les persigue, no se da cuenta pública de sus nombres, cuando se quieran dar cuenta han volado. Y así, los ricos más ricos y los pobres más pobres. Por eso estoy de acuerdo con el primer ministro francés en que «no se hará retroceder la pobreza si aquellos que tienen más, y a veces mucho, no aceptan un poco de solidaridad y un poco de generosidad». No hace falta que le recuerde las recomendaciones que desde la CEOE-Cepyme nos hacía en su día el otrora dueño de Viajes Marsans: «trabajar más y cobrar menos». Desde luego no predicaba con el ejemplo. DF trabajaba menos y cobraba más. Los iconos nacionales suelen darnos muy malos ejemplos a los trabajadores patrios.

A ver si aquí en España se empieza a hacer lo que ya se ha iniciado en Francia: luchar contra todas las formas de fraude, las pequeñas y las grandes, pero en primer lugar contra las grandes y contra el fraude fiscal. En España se empieza siempre por las pequeñas, por los que menos tienen, por los que están fiscalizados hasta los tuétanos, por los que se pilla de inmediato. Y mientras se detienen en las fruslerías, los gordos se largan con el botín acumulado a cualquier paraíso fiscal, Andorra incluida.

Para resolver los problemas de la pobreza y de la desigualdad hay que hacer justicia y pedir un esfuerzo mayor a todos aquellos cuyo esfuerzo siempre es menor. Vale ya de arremeter siempre contra los mismos. Ahora les toca arrimar el hombro y apoquinar a los ricos y a las empresas más grandes, a los que facturan cifras multimillonarias. No quiero dar pistas pero el Gobierno socialista galo prevé para 2013 un impuesto del 75% sobre los ingresos superiores a un millón de euros. ¿A qué esperan por estos lares? ¿O es que los ricos muy ricos en España tienen bula?