Lo ves. Esto no tiene arreglo. Ni la Justicia se pone las pilas. El otro día un muchacho que tenía un poco de droga, ingresaba en la cárcel para cumplir una condena de siete años. De nada le valió haberse rehabilitado, que cuidara de otras personas con problemas, ni que se ocupara de su padre ciego. La de la venda en los ojos fue inflexible.

Hoy, un cura acusado de un delito repugnante: distribuir pornografía infantil, encuentra comprensión en un juez que, en vez de darle con el mazo en la cabeza, lo condena a dos años de prisión y acto seguido le da un azote y lo manda a casa. Eso sí, con la promesa de que, en el futuro, va a ser bueno.

El sucio delincuente es Rafael Sansó, que fuera párroco en un pueblo de Castellón. A mí me parece que la ley, en esto, es muy permisiva. Estos seres repugnantes, deberían sufrir condenas que los llevaran al fuego eterno.

Su señoría ha ordenado el decomiso y destrucción de los discos que contenían las imágenes y los vídeos de la pornografía infantil. Solo faltaba que, después de cogerlo con las manos en la carne inocente, le dejaran la pistola para seguir disparando contra niños desnudos.

Me avergüenzo de pertenecer a una sociedad que hace la vista gorda con estos depredadores. Si no protege a nuestros hijos, a quién va a proteger. No sé si el hecho de que el delincuente fuera cura ha tenido que ver en que al juez le temblara la mano a la hora de dictar sentencia, pero si así fuera, doblemente grave.

El cura formaba parte de una comunidad de pedófilos. Para entrar en ella, solo se necesitaba ser un cerdo y aportar material. El tonsurado cumplía los requisitos. Era un cerdo, y aportaba material desde los ordenadores de la parroquia de su pueblo.

Cojones tiene. Un cura dedicado al mercado de la pedofilia desde la sacristía. Manos consagradas y cabeza uncida, dedicadas a vejar niños. La inmunda escoria tenía archivos con menores de trece años manteniendo relaciones sexuales. Supongo que en su época de seminario sería el cerdo que enjabona a los niños que llegan con sus tiernas vocaciones a la vida religiosa. Como para llevar a tu hijo a la catequesis de este pollo.

Seguramente el juez aplicó correctamente la ley, suspendiendo su condena al no tener antecedentes penales, pero no comprendo como a un criminal de esta especie no le caen veinte años, una condena proporcional a su abyecta conducta.

El juez le pide que no delinca en cinco años. Ya ves tú. Le deja la puerta abierta a que en el sexto vuelva a pecar mortalmente. Desde luego, si es verdad que Dios existe, a este cura le va a caer la del pulpo en el infierno. Sobre todo si en él se encuentra al padre de alguno de los niños de los que abusó con su conducta. A lo mejor le pinchan las pelotas con las tenazas de atizar pecadores en la caldera de Pedro Botero.

El Obispado de Castellón suspendió al cura de todos sus cargos. Lo que la Iglesia tenía que hacer era no solo expulsarlo, sino poner un cartel con su foto en todas las vitrinas donde cuelgan las huchas de pedir para el Domund.

Cochina manía la de ser benevolentes con los grandes criminales. Ocurre con la sucia política. Todos los Gobiernos perdonan las estafas de sus cargos políticos. Corruptos de CiU como José María Servitje, corruptos del PP como los ediles del PP de Abdalajís, en Málaga, o el exalcalde de Burgos, José María Peña, corruptos del PSOE, como Cristóbal Fernández, alcalde de Carboneras, en Almería, todos ellos indultados. Y Juan Hormaechea, presidente de Cantabria. Y el alcalde de CiU de Santa Susanna, en Barcelona?

La ristra de chorizos que encuentran perdón es inacabable. Menos mal que yo no soy juez, sino estarían todos cociéndose en la olla para hacerlos con cachelos.

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