De pena estamos. Porque es verdaderamente penoso para muchos, para la gran mayoría, ver lo que está pasando. En todos los sitios: en España, en Castilla y León, y en Zamora. Aumenta el paro, aumenta la pobreza y se estancan, en el mejor de los casos, o disminuyen las percepciones. Siempre, con una acusada pérdida del poder adquisitivo que a su vez se refleja en el consumo. Mientras, el Gobierno sigue incumpliendo sistemáticamente todos y cada uno de sus compromisos electorales y lo que es peor: haciendo justo todo lo contrario. Solo ellos, los políticos, atrincherados ya en la casta privilegiada que han formado, no sufren ni participan para nada de los rigores extremos que se padecen.

Pena da ver como la corrupción sigue extendiéndose, con dos alcaldes socialistas imputados, y con un diputado del PP expulsado del partido por su implicación en una oscura trama de chantaje.

Penoso es que el Consejo de Ministros, puesto a reformar las administraciones públicas se quede en un pequeño recorte de imagen: menos coches oficiales. Pero nunca veremos, como en otros países, ir andando, o en autobús, o en su propio vehículo, a los que mandan.

De pena es que la Junta de Castilla y León ofrezca a los médicos zamoranos tres vehículos para hacer visitas a domicilio, coches con más de quince años de rodaje, viejos cacharros que han obligado a exigir que al menos tengan pasada la ITV y dispongan de dibujo en los neumáticos, pues su uso supone un auténtico riesgo.

No menos penoso es que en las Cortes de la región, seis procuradores, componentes de la mesa o portavoces, perciban, además de su buen sueldo, 1800 euros mensuales de dietas por kilometraje, cuando resulta que disponen de coche oficial para traerlos y llevarlos.

Como penoso es que la pérdida de una media de 400 euros por parte de cada pensionista vaya a suponer el ingreso de diez millones menos de euros en Zamora, algo que va a notar mucho el comercio y los servicios en una provincia donde los precios han subido cinco veces más que los salarios.

Da pena y es de pena, igualmente, constatar cómo han aumentado este año las peticiones de ayuda de urgente necesidad y la cantidad de personas que se ven obligadas a acudir a los comedores sociales y como el umbral mismo de la pobreza va ensanchándose y acogiendo a más gente en estado de precariedad y sin perspectiva alguna de mejora.

Como para tirar cohetes, que es lo que siguen haciendo entre tanto los políticos. Rajoy dice que lo de las pensiones no lo ha impuesto Bruselas sino la realidad. Pero la realidad también impone prescindir de tanto y tanto político chupando del bote -una vergüenza internacional- y ahí siguen, con el «No nos moverán» como lema de esta secuestrada democracia.

Y el pueblo a oír, ver y callar, excepto cada cuatro años, cuando se los llama a las urnas, para que con sus votos ratifiquen la situación. Penoso.