En unas zonas de las Diócesis de León y Zamora tiene lugar en el siglo XV, en el ámbito de la leoneseidad singular del Reino Leonés y amplia de la Corona Leonesa, el extraordinario acontecimiento de fe cristiana que dio lugar al llamado Voto Inmaculista de Villalpando y su Tierra.

Doce municipios de la Diócesis de León (Cerecinos de Campos, Cotanes del Monte, Prado, Quintanilla del Monte, Quintanilla del Olmo, San Martín de Valderaduey, Tapioles, Villamayor de Campos, Villanueva del Campo, Villar de Fallaves, Villárdiga y Villalpando) y uno de la Diócesis de Zamora (Cañizo), reunidos en la representación de sus autoridades civiles y religiosas próximas, declaran, el día 1-11-1466, en voto público directo, libre y solemne La Inmaculada Concepción de N.ª S.ª La Virgen María.

Esta acción pro Voto Inmaculista en la tierra leonesa, la sitúa en la cúspide de las intervenciones pro-marianistas que tienen lugar a partir del siglo XVI, donde los lugares, incluso de muy afamados sitios, van sucediéndose, uno tras otros, en pos del mismo afán cristiano y en aras de una clarificación superior que, aún haciéndose esperar, por fin llega y de la que los trece pueblos de Villalpando y su Tierra constituyen guía histórica y ejemplo perenne.

El Voto Inmaculista promovido dentro de la Comarca Natural de Tierra de Campos Góticos (el núcleo leonesista según el historiador portugués Oliveira Martins), fue dado a la imprenta en la ciudad de León cabecera de la Diócesis a la que pertenecían doce de los pueblos que alcanzaron el compromiso religioso cristiano.

Hemos señalado que esta primera vez que se imprime el Voto de Villalpando tiene lugar en el siglo XVII, en la ciudad de León en el año 1608 (en el papado de Ss. el papa Pablo V, con quien se terminó la construcción de la Basílica de San Pedro), dentro del ambiente hispánico global de toda la península y singularmente de la Corona Leonesa (donde destacan con pujanza propia, desde antiguo, las peregrinaciones cristianas a Santiago de Compostela; y ámbito, como lugar postrero, donde fueron enterrados dos de sus soberanos más paradigmáticos: Fernando II y Alfonso IX), y la segunda en 1856 (con el papado de SS. el papa Pío IX), dos años después del de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción (en la fecha de 8-9-1854).

Este monumento que para siempre, dieron las gentes de La Tierra de Villalpando, pudiera ser enlazado, en estos momentos, con el Año de la Fe (en esta proclamación que ha efectuado SS. el papa Benedicto XVI, para, desde la fecha del 11-10-2012, se logre «un renovado impulso a la misión de la Iglesia» para que el testimonio de los creyentes sea cada vez más creíble a través del «compromiso público», para la renovación de la Iglesia y para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe.

Desde este hecho, siempre presente del Voto Inmaculista de Villalpando y su Tierra, en seguimiento de la carta apostólica «Porta Fidei», que prepara/guía/conduce a los fieles cristianos para ambientar la forma/manera de vivir el Año de la Fe, Ss., El papa Benedicto XVI señala que la fe «está sometida más que en el pasado a una serie de interrogantes que provienen de un cambio de mentalidad» -recordemos aquí, en la Corona Leonesa, el año 1466-, que «reduce el ámbito de las certezas racionales al de los logros científicos y tecnológicos» -meditemos sobre los habitantes de nuestros trece pueblos en el siglo XVI-, aunque ha precisado que la Iglesia «nunca ha tenido miedo de mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno» porque ambas «tienden a la verdad».

A veces la verdad, ese afán de nuestras vidas, está al lado entre nosotros, en la fe probada y acrisolada de nuestra gente y en nuestra tierra.