Todos tranquilos: la NASA acaba de negar que el fin del mundo sea el próximo 21 de diciembre, como aseguraban voces de esas calificadas de expertos, concepto tanto o más amplio que el propio universo, que decían haber llegado a dicha conclusión tras empaparse del contenido de los antiguos calendarios mayas. Como quiera que los descendientes de los mayas acaban de celebrar otro ritual sagrado descartando la hecatombe, ya pueden volver a hacer cola ante la ventanilla de la Lotería. Pese al aluvión de pesimismo contenido en las noticias diarias, parece que existen serias posibilidades de reeditar la cena de Nochebuena con cuñados y suegros. Más incluso de que nos toque el Gordo, cuya ley de probabilidades en opinión de los celebrantes del día de San Salud (que es lo que queda, cuando el azar te esquiva un año más), es aún más reducida que la del advenimiento del Apocalipsis en los próximos quince días. Quien lo diría.

Una sociedad desinformada es una sociedad sin futuro. Una sociedad con exceso de información y sin cauces adecuados para digerirla tiene ante sí un futuro dudoso. Y la proliferación incontrolada de mensajes a través de redes sociales al alcance de millones de personas genera una nueva clase de analfabetismo. Hoy, más que nunca, lo de que cuando una mariposa mueve las alas en Costa Rica sopla el viento en Torremolinos ya no puede clasificarse como hipérbole. Twitter ha dejado en inocentada la que armó Orson Welles con la retransmisión radiofónica de «La Guerra de los Mundos». La NASA asegura haber recibido miles de consultas a raíz de la extendida y catastrofista predicción, la mayoría de menores de once años que anunciaban incluso que estaban dispuestos a suicidarse antes de sucumbir por el impacto de un cometa o desastre similar. Así que la web oficial del Gobierno de los Estados Unidos ha tenido que salir al quite. No sé si, con los tiempos que corren, hubiera sido más útil encargarles dicha misión a Bruce Willis o a Chuck Norris. Pero, a este paso, me veo cualquier día que el Consejo de Ministros aborda, entre otros recortes, el del vendaje del último retoque de la Esteban, dado el mar de confusión en el que nadamos todos.

Los descendientes de los últimos mayas han asegurado que los calendarios de sus antepasados fueron malinterpretados, y que el 21 de diciembre lo que acaecerá será un cambio de era. ¿Otro? Aseguran que será para mejor. No sé. El comunicado de Estados Unidos afirma tajante que el mundo no se acabará el 21 de diciembre ni ningún otro día de 2012. Pero no dice nada de 2013?