Desarrollo social y económico, con o sin matices, allá cada cual, la frase encierra en sí misma la panacea de lo que debería y ha de ser el status necesario para que una sociedad , llámenlo ustedes país, región, provincia o comarca, alcance el nivel de calidad vida, que permita a sus moradores vivir con dignidad.

Fue allá por 1994 cuando conocí al que para mí ha sido el mejor Agente de Desarrollo que ha tenido Aliste, Tábara y Alba, Germán Cerro Olmedo, entonces responsable de «Adir», entidad auspiciada por Cáritas Diocesana de Zamora e Iberdrola, y luego, desde 1995 hasta su fallecimiento gerente de Adata. Él, junto a Rui Caseiro Afonso, entonces gerente de Corane-Terra Fría en Tras Os Montes (Portugal) y hoy vicepresidente de la Cámara Municipal del concelho de Braganza, abrieron las puertas de la esperanza y el progreso a las gentes de la Raya cuando las ilusiones se habían convertido en sueños imposibles desbocados cual burra desbocada cuesta abajo. Antes, Bernard Junquera, maestro, sembró en 1988, la semilla de la unión en una tierra de costumbres comunales donde ya se estaba cultivando la moda de ir cada uno por su lado. La Federación de Asociaciones Culturales y el Día de la Comarca son fruto.

En la Agencia de Desarrollo de Sodeza, una de las mejores iniciativas de la Diputación de Zamora, Luismi Mota Alvarez fue alma corazón y vida desde 2004, continuando hasta el martes su labor Alfonso Huertos de Ana. Matrícula de honor para ambos. Los promotores, muchas veces indecisos, sin conocimientos de estudios de mercado o proyectos, acudían a ellos buscando un técnico, pero se encontraban también una persona. Un técnico puede pintarte de colores tu idea, pero si es persona, también te dirá que por mucho que llueva, el agua jamás corre cuesta arriba, buscando, juntos la salida y solución viable. En los ayuntamientos profunda huella han dejado o están dejando Ana Herrera en Tábara, Isabel Macías en Muelas, Marifé Giraldo en Ferreruela, Fran Martín en Riofrío, Elena Bermúdez en Trabazos o Paz Diéguez en Villalcampo. Muchas iniciativa privadas y públicas son realidad gracias a ellos, su trabajo y a su asesoramiento. La Raya no puede, ahora menos que nunca, prescindir de los agentes de desarrollo, sería, para el progreso, volver a caminar al borde del precipicio que da al abismo: ellos son el futuro.