Queridos zamoranos y en especial moralejanos, llegamos al final de una etapa, de una conmemoración, de un centenario que se cerró ayer con la llegada e inhumación de los restos de Eduardo Barrón, vuestro querido paisano, en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de San Atilano de esta capital, cerramos con este transcendental acto y con la convocatoria de este Ayuntamiento de Zamora, de un año cuajado de excepcionales eventos que han jalonado la celebración del «Centenario de la muerte» de Eduardo Barrón, escultor.

En estos momentos hago mentalmente un echar la vista atrás, allá por el 23 de noviembre de 2010, a un año vista del comienzo, cuando la familia Barrón nos planteamos de que manera podríamos festejar y celebrar este referido centenario, y empezamos a hacer elucubraciones de a quién dirigirnos y a que instituciones demandar una celebración, para sacar del olvido y rememorar la de nuestro querido y sin par abuelo.

La primera institución que se me ocurre es dirigirme a la Real Basílica de San Francisco el Grande, donde sabíamos que estaba una obra olvidada del abuelo y de cómo podríamos sacarla a flote y que el resto de los mortales amantes del arte y de las buenas obras, pudieran solazarse de algo que en aquellos días era impensable, la visita al altorrelieve de «Santa Eulalia, ante Daciano».

Nos encaminamos al referido templo y puestos al habla con el rector de la Orden Franciscana, nos recibe y le hacemos el planteamiento de cómo podríamos sacarla del olvido en que se encuentra. Pronto encontramos una solución y puestos al habla con los responsables de la propiedad, la Obra Pía de los Santos lugares de Jerusalén, en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid, que son los que en última instancia tendrían que darnos la autorización, y así se tomó la decisión de incluirla en el circuito de visitas turísticas guiadas dentro del mismo templo, después de una limpieza y restauración, ya que tenía polvo acumulado de más de un siglo, y una adecuada restauración patrocinada por la Fundación Iberdrola, acordamos hacer su presentación a los medios el día 24 de noviembre de 2011 en los actos de celebración de dicho centenario.

Entre tanto y muy cercanos al año 2011, la conservadora del Museo del Prado de Madrid, nos anuncia que la restauración del grupo escultórico «Nerón y Séneca», traída desde Córdoba, después de fundirla en bronce para los cordobeses, el original está a punto de finalizarse, así mismo costeada y financiada durante dos largos años por la misma Fundación Iberdrola. Y dicha institución es la que se adelanta a celebrarla ante todas las demás y decide presentarla en un acto el primero del centenario el día martes 15 de febrero de 2011 en la Sala Ariadna del Museo del Prado y exponerla temporalmente durante seis largos meses en dicho emplazamiento, y dentro de los actos del centenario de la muerte de su autor, Eduardo Barrón.

Este acto fueron seguidos de dos conferencias ofrecidas por la propia Conservadora del Museo, Leticia Azcue y la segunda por su restauradora María José Salas, los días 23 de febrero y 23 de marzo de 2011 respectivamente, en el Salón de Conferencias del referido Museo, con gran brillantez de público y crítica.

Así pues no hemos hecho nada más que comenzar el año y ya teníamos encaminados dos magníficos proyectos.

El tercer proyecto de celebración surgió al dirigirme a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid de la cual nuestro abuelo había sido académico de número y en la persona de su figura el director general de la Academia Antonio Bonet Correa, me recibe todo solícito y me presenta al delegado del Museo de Bellas Artes de dicha Academia José María Luzón Nogué y nos proponen recuperar el original de la escultura de «Adán después del pecado», que lo tienen recogido en sus almacenes de Boadilla del Monte y exponerlo en la entrada principal del Museo, durante el presente año de celebración del centenario y darlo a conocer con guías especiales que hagan la presentación entre los visitantes y lo llevamos a cabo en dicha presentación el día internacional de los museos, el 15 de mayo de 2011 y bajo la celebración del centenario del abuelo. A la fecha de hoy, todavía se mantiene el referido «Adán» expuesto para su lucimiento para quien lo desee visitar.

A mí personalmente se me ocurre otra forma de celebrar este centenario de nuestro abuelo y era dirigirme a los Ayuntamientos con fondos de Barrón, por ejemplo Salamanca, con su «Colón», Medellín (Badajoz), con su «Hernán Cortés», Cádiz, con su «Emilio Castelar», Madrid con la referida «Santa Eulalia» en la Real Basílica de San Francisco el Grande, el «Adán después del pecado», el original de escayola en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y la réplica en bronce en el Ateneo de Madrid, otra réplica la de Caja España se encontraba de peregrinaje en las Edades del Hombre en Medina del Campo, y en Córdoba el recién fundido de «Nerón y Séneca».

Esto suponía un reto, pues había que ponerse en primer lugar de acuerdo con las diferentes autoridades, alcaldes o delegados de cultura de los diferentes lugares mencionados y el que primero cuajó, fue el alcalde de Medellín Antonio Parral Carmona, con el que rápidamente acordamos celebrar una señalada efemérides la del 12 de octubre el día de la Hispanidad y en cuya fecha todos los años se celebra un acontecimiento magistral de izado y arriado de las banderas hispanas, ante la estatua de nuestro abuelo, el incomparable Hernán Cortés, y que este año lo podríamos declarar año del centenario del abuelo, para ello acordaron un ciclo de conferencias en su sede del Salón de Actos culturales y en la cual me incluyó a mí como uno de los ponentes para hablar de nuestro abuelo y relatar una bella historia de su obra.

Y llegó el día en cuestión y mi primo Eduardo, mi hijo mayor Pablo y yo, viajamos a Medellín un par de días antes para dar la conferencia y preparar el magno acontecimiento y los actos, invitados por el alcalde, Antonio Parral Carmona. Deseo relatar un par de anécdotas que ocurrieron en la celebración de ese doce de octubre de 2011, y es que me dice mi primo, «qué pueblo más amable, todo el mundo nos saludaba, sin conocernos» y yo le dije «a estas alturas de la historia, al ser un pueblecito tan chico y excepcional todo el mundo ya sabían que éramos los nietos del autor de la escultura de Hernán Cortés» y esa era la razón del saludo generalizado de sus vecinos.

La otra anécdota surgió el día de la conferencia y en la que yo mencionaba la historia de que mi tío Eduardo describe en su libro que el párroco de Santa Cecilia, la parroquia del pueblo, le contó que un grupo de mexicanos quisieron volar la escultura porque Hernán Cortés según sus criterios estaba pisando la cabeza de un indio, cuando la realidad era la cabeza de un ídolo azteca, y casualmente al mencionar al párroco don Ángel, persona muy querida en Medellín, estaban de invitadas sus hermanas y en el coloquio surgió la anécdota que al hacerlas subir al estrado llevaban el libro autobiográfico que nuestro tío le había regalado y dedicado hacía años al referido párroco y mostrándolo los componentes de la Asociación Histórica Metellinense, nos invitaron a firmarle en dicho libro, y ante la avanzada edad del referido don Ángel, que se encontraba en su casa postrado en silla de ruedas, mi primo y yo nos ofrecimos a visitarle en la mañana siguiente. Y fue un entrañable acto lleno de emoción y recuerdos. Salimos de allí reconfortados con las expresiones de cariño del referido sacerdote y sus hermanas.

El día 12 de octubre y ante la escultura de Hernán Cortés hubo un majestuoso acto de entrañable valor histórico y el alcalde nos invitó a que los nietos hiciéramos ofrenda floral portando una monumental corona de laurel ante la estatua de Hernán Cortés. Así pues otro acto que nos llenó de satisfacción a los herederos de Barrón y dentro de su centenario, por su simpatía y todas las expresiones de cariño de los ciudadanos de Medellín.

Entre tanto en la Real Basílica de San Francisco el Grande ya se había restaurado el altorrelieve de Santa Eulalia. Y ya se estaba preparando para su presentación.

Y llegaron los actos propios del centenario, que los herederos de Barrón habían preparado con todo su amor y toda su empatía hacia su abuelo como si estuviera entre nosotros, disfrutando de todos los acontecimientos.

El día 22 de noviembre y organizado y avalado por la Junta Castilla y León, los Museos de Zamora y El Prado y la familia Barrón, tuvimos un entrañable acto de reconocimiento a Barrón, realmente el acto estuvo provocado por la llegada y exposición del grupo escultórico «Nerón y Séneca» recién restaurado al Museo de Zamora y cedido por sus propietarios el Museo del Prado, durante un largo período.

En el referido acto, el director de Promociones e Instituciones Culturales de la Junta Castilla y León, José Ramón Alonso Peña, hizo la presentación del referido grupo escultórico y una semblanza del autor, y lo que suponía para la Junta tener en dicho Museo la obra más premiada de Barrón, medalla de oro de la exposición Nacional de Bellas Artes de 1904. A su vez Leticia Azcue, conservadora del Museo del Prado, se congratula el haber encontrado el mejor lugar para su exposición y emplazamiento, (posiblemente definitivo) de la referida obra. Y yo como representante de la familia, dije con palabras entrecortadas por la emoción, que el Museo de Zamora era como nuestra propia casa, ya que todo nuestro patrimonio familiar diseminado entre las casas de mi tío y la de nuestra madre, se encontraban reunidas allí, y que no solo nuestro abuelo desde el cielo velaba por sus obras, sino también la Junta, el Museo de Zamora y los zamoranos velarían por ellas en la tierra para siempre.

Pasa a la página siguiente