De los muertos no se sabe nada. Nuestra cultura de fondo (otra cosa es la superficie) gira en torno a la muerte, desde la religión -una carretera al más allá, con su código de circulación y multas tremendas- a la cultura-cultura, una rejilla para no caer al vacío, cuyos nudos principales son los mitos sobre la muerte. El halloween de anoche (una parodia irlandesa) funciona como un conjuro humorístico frente al miedo a la muerte. Pero son visiones desde el más acá, y de cómo sienta la muerte un ser viviente nada se sabe. Para los demás animales probablemente sea poca cosa, visto el modesto desarrollo de su ego, y la facilidad con la que interactúan con el resto de lo vivo. En cuanto al animal humano, atendiendo al tamaño del ego que acumula en vida, y con el que carga a la espalda, debería sentir con alivio la libranza de ese peso. Pero el ego se ama demasiado como para dejarse ir.