La trashumancia de ovino entre Aliste y Sanabria ha convertido a los pastores alistanos y sus rebaños de ovejas churras y castellanas en los últimos nómadas ibéricos. Así los denominaba mi buen amigo, naturalista y productor de televisión Luis Miguel Domínguez Mencía, el Félix Rodríguez de la Fuente de nuestros días, cuando allá por 1990 los acompañó desde Valer a Lubián grabando la película «Los churreros de Aliste».

Han sido siglos de historia y supervivencia pura y dura. La lucha del hombre y reses por sobrevivir en el medio que nacieron y les toco vivir, un ecosistema alterado por el hombre que por interés propio y perjuicio ajeno ocupó cañadas, veredas y cordeles con cortinas, prados y carreteras. El «Paso de Ungilde» es prueba de lo que fue amplio paso convertido en estrecho embudo.

Nuestros pastores y sus ovejas, como los agricultores y sus vacas y molinos, fueron, son y serán parte imprescindible de nuestra historia y de la supervivencia del medio rural, manteniendo ancestrales oficios, generadores de ingresos para su familias, no siempre los justos y deseados, ayudando a sobrevivir a fauna y flora, viviendo y sufriendo en una interminable lucha contra el medio y las circunstancias, entre el hombre y el lobo, sin vencedores ni vencidos, para evitar la extinción. Vecinos, autoridades e instituciones debemos ayudar a sobrevivir a los pastores y sus ovejas como fuente de vida en los pueblos.