La noble y distinguida villa de Villarrín, corazón de la Lampreana, tierras llanas de Pan llevar, donde la historia dejó hondas huellas enmarcadas en esos horizontes infinitos. Mística pura y limpia esto que la llanura genera cuando el ser humano se enfrenta de cara a la inspiración y, desatada ésta podemos decir que se ha comenzado el gran romance que a lo largo de los siglos han escrito estas nobles villas llenas de atractivos y de encantos.

En esa llanura hay un grito, una llamada, una referencia única e imborrable: el palomar. Ha llegado a formar parte de tal forma del paisaje de esas tierras de la llanura que la sabia atención e inspiración del ser humano llegó a descubrir que algo le faltaba a la claridad de aquellos campos y llegó a entender que aquellas inmensas bandadas de aves que caían sobre los campos de espigas doradas había que dominarlas, guiarlas, convertirlas en colaboradoras. Así nacieron el palomar y la palomina, ese guano que salía de los palomares y que tanto ayudaba y se buscaba para la vid. Villarrín en los comienzos del pasado siglo se acercaba al centenar de palomares, constituyendo una nota destacadísima de su paisaje. Hoy, según me dicen, apenas pasan de cincuenta. La Asociación Cultural Carpe Diem, fruto de ese entusiasmo que siempre ha demostrado por conocer a fondo el misterio que todas las tierras guardan junto a la historia, ha conseguido que dos fotógrafos presenten una exposición de sesenta fotografías de palomares, lo que supone una auténtica crónica de este tipo de construcciones a todo lo largo no solo de las distintas estaciones del año, sino de las distintas horas del día, jugando con la luz con matices como atrayentes y misteriosos. Los palomares fotografiados pertenecen a Castilla y León, Aragón, Francia y Castilla la Mancha, lo que nos permite no solo admirar la variada arquitectura, sino también los entornos que han constituido muchas veces auténticas creaciones paisajistas y literarias. Villarrín ofrece a partir del día de San Miguel, para los desmemoriados el próximo día 29, una magnífica ocasión para disfrutar de ese detalle del mundo rural, que a pesar de su olvido y abandono sigue ofreciendo ese pan de la cultura amasado con los recuerdos de su rica historia.