La vida, a menudo, se compone de pequeños gestos. Uno, y muy bello, ocurrió en las fiestas del Carmen del pueblo sanabrés de Trefacio que se celebran estos días.

La comisión encargada de los festejos, fue puerta por puerta de las personas mayores, enfermas o que por su movilidad no podían desplazarse a la plaza, para llevarles comida.

Probablemente ninguna de ellas necesitara comida ninguna, pero seguro que sí necesitaban el aliento y el cariño de las personas que en el día más importante del año se acordaron de ellas.

Unas trescientas personas degustaron un suculento menú a base de paella y carrillera en la plaza del «Carmen» mientras otras decenas sintieron el calor de los fogones en su casa.

En estos tiempos de desazón y poca solidaridad, el gesto eleva de categoría una fiesta que siempre fue la primera, antes, por sus orquestas, y ahora, por su compromiso con los más débiles.

Me contaban amigos que me visitaron estos días, que la nueva fórmula de fiesta, hecha sobre todo para el pueblo, acabaría imponiéndose en toda la comarca. Con el enorme gasto de una orquesta se puede dar de comer a toda Sanabria.

Yo no sé si mis amigos tendrán razón, pero desde luego el hermanamiento que se está viviendo estos días hacía muchos años que no lo veía. Por la parte que me toca, me encantaría darle las gracias a la buena gente que ha puesto el corazón sobre la mesa para hacer un poco más felices a las personas.

Junto a los mayores y los enfermos, fueron protagonistas de la fiesta los niños, para los que no se escatimaron en gastos. Quizás sean los sectores más sensibles de la sociedad.

Por lo demás, en Trefacio se comienzan a afilar las garras para el teatro, que cumple esplendorosos treinta años de funciones ininterrumpidas, un récord difícil de superar. La gran función será en las fiestas del patrón, en agosto.

También tuvieron protagonismo estos días la fiesta de Asturianos y un mercadillo de oportunidades en la Puebla. Dicen que ambos fueron un éxito. Falta nos hacen la alegría y un poco de movimiento en la economía comarcal.

Los establecimientos hosteleros se quejan de que la cosa viene floja. Y en Sanabria es especialmente grave porque casi todo se fía al verano. Si en esta época no se hace el agosto, adiós muy buenas.

Me decía uno de los principales hosteleros que se pasaba el año mirando a julio y agosto y que le aterroriza pensar que estos meses se conviertan en un enero más, porque no podría soportarlo ni él ni nadie.

Algunos ya han optado por la fórmula de cerrar dos meses de invierno, al menos para aminorar las pérdidas, ya que ni la luz ni la calefacción se pueden pagar con los exiguos ingresos del invierno.

Yo no sé adónde vamos a ir a parar, pero esto no pinta bien. Los que trabajan lo tienen cada vez más crudo y los que viven del cuento más fácil.

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