A lo largo de toda la Historia de la Humanidad, no hay pueblo del que no encontremos referencias que alertan sobre grandes conmociones que han sufrido los seres humanos a los que han trastocado los ritmos alcanzados y que les ha costado un largo y a veces doloroso camino por volver a nuestra civilización, nuestra cultura, nuestro pueblo, patria, estado o lo que sea, porque ya no estoy muy seguro de cómo definirlo, ha visto caer en el último tercio del pasado siglo una serie de movimientos, instituciones, criterios sobre formación, educación, responsabilidad, comportamientos humanos, junto a normas, criterios e influencias exteriores que han constituido auténticas plagas. Hace falta combatirlas y hacerlas desaparecer. Nos obligan a vivir una situación de inseguridad que se acentúa cada día que pasa.

Hay tal nomenclatura de títulos, cargos y contracargos, que en ocasiones se hace difícil situar, con precisión y claridad, qué es, para qué sirve y dónde han salido tal o tales decisiones. Y eso dentro de las estructuras generales de la administración, que cuando nos desviamos hacia determinados campos como las finanzas por ejemplo, entonces, aun con la mejor intención es tal el laberinto en el que nos adentramos, que corremos seriamente el riesgo de no saber por dónde andamos y menos cómo salir de tal laberinto.

Me siento perdido, con la cronología que me ha tocado vivir, y ese abigarrado complejo de plagas que han caído que me hacen dudar seriamente de la estabilidad mínima para seguir.