La Raya fue durante siglos tierra de estancia y paso teniendo como uno de sus primeros caminos el Itinerario xvii de Antonino en el Imperio Romano. Fue parte Aliste, allá por 1125, del Condado de Portugal, en tiempos del borgoñón don Enrique y de la hija de Alfonso IV doña Teresa. Uno de los documentos más antiguos de La Raya data del 1 de abril de 1103 cuando el papa Pascual II rubricó en Letrán la imposición de la paz eclesiástica obligando a Pelayo, obispo de Astorga, a devolverle a la Diócesis de Braga las parroquias de Laedra, Aliste y Braganza.

La apertura del paso fronterizo entre Riomanzanas y Guadramil suma ya seis entre Aliste y Trás-os-Montes con Castro a Paradela, Brandilanes a Ifanez, Alcañices a Vimioso, Villarino Tras la Sierra a Vale de Frades y San Martín del Pedroso a Quintanilha. El séptimo, de Villarino Manzanas, con las carreteras ya construidas, se conseguirá una vez se levante el nuevo viaducto sobre el río Manzanas. Las carreteras son un buen ejemplo de acertada inversión de los fondos transfronterizos. La Junta de Castilla y León y la Diputación de Zamora deben utilizar a La Raya para conseguir fondos de la Unión Europea, un dinero que luego ha de invertirse en ella: sus pueblos. Es su obligación. No se puede seguir utilizando el subdesarrollo y la baja densidad poblacional de la frontera para conseguir un dinero que luego se invierte lejos de ella. Eso sería hipocresía pura e intolerable.