Se va a tener que emplear a fondo la Guardia Civil para tratar de identificar, antes de que vuelvan a las andadas, a los autores de los destrozos en los cementerios de Villafáfila y Cerecinos. Ni descansar en paz dejan ya a los muertos. El atajo de cobardes que amparados en las sombras de la noche se han dedicado a destrozar todos los túmulos que han podido, como no se atreven con los vivos han ido a practicar su cobardía y su saña con los muertos que no pueden defenderse. Ya era lo que nos faltaba.

Lo que siempre hemos creído que podía suceder en cualquier otra ciudad y que en la provincia de Zamora era poco menos que imposible, también sucede y a lo bestia. Con la de cosas hermosas que atesoran Villafáfila y Cerecinos, juntas y por separado, y sin embargo han salido en la tele por esos actos vandálicos. Pero es que, además, se han sucedido una serie de robos que de inmediato han puesto en alerta a las fuerzas del orden. No sé si los autores materiales son propios o extraños, pero si los pillan, que los pillarán, a nadie le quepa duda, por favor que la Justicia sea rigurosa con ellos. Zamora, tanto la capital como la provincia, no se pueden permitir cierta propaganda gratuita que espanta a la gente y hace trizas el turismo.

Afortunadamente no estamos solos, no estamos desprotegidos. La Guardia Civil vela y no se duerme en los laureles. Para tratar de evitar estos y otros sucesos que tienen lugar a lo ancho y largo de nuestra comunidad, la Guardia Civil intensificará la vigilancia, sobre todo por las noches, para frenar y a ser posible también evitar la oleada de robos que se vienen padeciendo y que también han llegado a Zamora. No respetan ni el patrimonio ni a sus propietarios. En principio no ha habido que lamentar víctimas en ninguno de los robos perpetrados, pero todo puede ser, todo puede llegar a ocurrir, incluso lo que no deseamos.

El medio rural está siendo objeto de la atención preferente de ladrones de todas las cataduras que están causando importantes daños y graves perjuicios económicos a los propietarios de las explotaciones agrícolas y ganaderas donde realizan sus fechorías. Gente que sabe lo que hace. Gente que conoce sobradamente el valor de lo que roba, e incluso sabe lo que debe robar para que, en lugar de un delito, su fechoría tenga tan solo la consideración de falta. La Justicia tiene que acabar con estas argucias que permiten salir bien librados a delincuentes hechos y derechos que no saben hacer otra cosa que delinquir.

Por cierto, si lo ocurrido en los camposantos de Villafáfila y Cerecinos es obra de simplemente unos gamberros que no se los deje escapar de rositas. No vaya a pasar como con los «escopeteros» de Zamora que tuvieron en jaque a la Policía Nacional y de los que nunca más se supo, lo que a muchos hace presumir que aquello se quedó en agua de borrajas. Seriedad y contundencia, por favor. Que las investigaciones iniciadas por la Guardia Civil den pronto su fruto y que sobre los autores caiga todo el peso de la ley. Aunque mucho me temo que parte de la letra de la ley deberá ser cambiada no tardando mucho si no queremos que la caterva de reincidentes siga aumentando. La situación, y no solo la de Castilla y León, requiere la modificación inmediata del Código Penal y el endurecimiento de las penas para los ladrones.