San Ildefonso -en la Zamora vieja-/ Tiempo: a mediodía -veintisiete de abrildel año dos mil doce-./ El bombardino dentro de la iglesia/ toca la marcha fúnebre de Thalberg./ Afuera llueve y llueve./ Lo de menos, la fecha./ Lo importante, el hombre/ que se apagó la víspera: don Francisco, el cura, Paco/ vivió en Benavente/la mitad de su vida/ -cuando llegó tenía treinta años/ casi sesenta y cinco al irse-.

Aquí compartió tiempo, sed, la vida/ comunitariamente/ y todos los domingos/ (su misa era los sábados)/ llevaba al campo niños/ a que jugaran cerca de los ríos:/ al pañuelo, al fútbol, a la brújula,/ a subir a los árboles,/ a correr con la pierna atada a otro,/ a hacer comidas, pan,/ a interpretar los mapas,/ a llamarnos «castores»/ y reír todo el día sintiéndose Crusoe/ en compañía de «linces»,/ «delfines» y «leones».

Eran días de ir niños y de volver personas./ De macarrones con poco tomate/ y paella sin gambas/ De recorrer Sanabria en acampadas volantes/ y coronar Trevinca y el Moncalvo./ De explorar la laguna de La Baña,/ el puente de la estrella,/ el redondal, el puente grande, laguna cárdena,/ río chico, puente castro, la cantera,/ el plantío de San Cristóbal, el puente pino?/

¡Eran días de sol: diamantes/de desayuno en Tíffanys!/ ¿Era don Francisco un Rousseau cristiano?/ Aquí no hay misterio,/ solo amor elevado al cuadrado./ En sus ojos brillaba con la fe de los santos/ y de los yoguis indios. Así era Paco:/ como el río Duero siempre, siempre, siempre dándose.

Al fin volvió a Zamora./ Ya lo sabéis:/ su madre enferma,/ el cristo del amparo,/ amigos,/ olivares, piñedo,/ barrio de la Horta, días/ que fueron y que son, como él decía/ en sus libros y cosas,/ tranquila lucha por que la palabra/ -y más aún la vida propia-/ sea cántico y sea abril, gozosa,/ eficaz y humana,/ lejos de la costumbre que la afloja.

Por un momento creí que el bombardino hacía/ aquel sonido de hojas movidas por el viento/ que los domingos se oye a las orillas del Órbigo.

Y no hay misterio./ Solo amor./ El amor que une y que da vida./ Gracias, Paco./ Hasta la vista, don Francisco.

* Profesor de Filosofía en el León Felipe y uno de los primeros «scouts» de Paco Bartolomé.