El Consejo de Ministros del pasado viernes nos dejó una buenísima noticia para la salud democrática de este país: la aprobación del anteproyecto de la futura ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno. Tras más de 30 años de vigencia de la Constitución, ya era hora que un Gobierno aprobara por fin un texto que ha sido alabado por casi todos los sectores sociales de este país. Entre otros objetivos, se pretende que todas las administraciones sean respetuosas y transparentes en la gestión de los fondos públicos y que los ciudadanos conozcamos, por ejemplo, los más mínimos detalles de los contratos públicos y de las adjudicaciones, las subvenciones, los convenios y las retribuciones de los altos cargos. Cuando el texto se apruebe definitivamente, los zamoranos sabremos, con pelos y señales, las adjudicaciones que hacen los ayuntamientos y la Diputación. Y las sorpresas, ya verán, serán mayúsculas.

2. El jueves 29 de marzo es el día elegido por las organizaciones sindicales para echar un pulso al Gobierno de Mariano Rajoy con la convocatoria de huelga general. Razones no faltan: la aprobación de una reforma laboral que ha supuesto la mayor erosión de derechos de los trabajadores en la reciente historia democrática de este país. En los ambientes académicos donde me muevo, es previsible que la huelga triunfe y que sea seguida mayoritariamente por los distintos sectores de la Universidad de Salamanca: docentes, estudiantes, personal de la administración y servicios. Hablando estos días con algunos amigos ajenos al mundo universitario, me decían que no entendían que los profesores hicieran huelga, ya que son trabajadores privilegiados, con empleo estable, sueldos decentes, horarios flexibles, condiciones de trabajo favorables, etc. Aunque no es oro todo lo que reluce, mi impresión es que la mayoría de mis colegas harán huelga por solidaridad y para reivindicar que las condiciones de trabajo de aquellos que peor lo están pasando con esta crisis no se vean mermadas.

3. Las aguas en el entorno de la Semana Santa de Zamora no bajan tranquilas. «Hay determinadas personas y familias que quieren gobernar la Semana Santa y adquirir un protagonismo absolutamente impresentable cuando llegan estas fechas», decía hace unos días el portavoz del equipo de Gobierno municipal, Francisco Javier González, que arremetió contra la directiva de la Real Cofradía del Santo Entierro en respuesta al pago de 10.000 euros solicitado al Ayuntamiento con el fin de contratar cuatro bandas de música para que acompañen la procesión del Viernes Santo. Las palabras del concejal reflejan lo que algunos hemos dicho desde hace tiempo: el caciquismo es un rasgo esencial de la vida cotidiana en Zamora. Aunque este asunto lo analicé en profundidad en mi libro «Voces desde el Oeste. Una radiografía provocadora de Zamora y sus gentes», publicado en 2002, lo curioso es que desde determinados sectores políticos afines al señor Javier González siempre se ha negado que el caciquismo exista en estas tierras. Ahora, sin embargo, parece que ha vuelto a rebrotar. Tal vez sea un efecto del cambio climático.