Bercianos y su Semana Santa son una joya antropológica única en el mundo. Tiene toda la razón José Luis Alonso Ponga que la conocía en 1984 mientras en tierras alistanas buscaba nuestras loas, pastoradas y autos de Navidad para su tesis doctoral. Él, que ha dejado muestras de su saber en universidades como La Sapieza de Roma (1992 y 1999) y Degli Studi de Messina donde en 2007 enseñó la Semana Santa de Castilla y León, ayer estuvo junto al Cristo alistano que volverá a acompañar este Viernes Santo. Compartir momentos, confidencias históricas, mesa y mantel con mi querido y sabio maestro, me ayuda a conocer y a querer aún más a una tierra y una semana santa, la alistana, que es la mía. Su Jueves y Viernes Santo no necesitan explicación, lo entienden todos, nativos y foráneos, españoles y extranjeros, porque allí no se actúa, se vive, se cultiva y se habla el lenguaje de la hermandad, el de la tragedia del hombre enfrentado ante su propio destino, cuando llega la soledad ante la muerte, ante la dura traición y el sufrido abandono, porque solo allí, en Bercianos y en cada pueblo de Aliste, sus hombres y mujeres nunca dejarán que nadie muera solo enfrentándose al sinsentido de fenecer. Estamos ante la raíz que sustenta al hombre como ser humano. Porque el hombre, amigo José Luis, coincido contigo, es finito pero quiere ser infinito. Dejar huella. Tradiciones a mantener, que necesitamos y nos necesitan, porque su deterioro sería una gran pérdida para la cultura universal en un mundo donde todos, creyentes o no, estamos de paso.