La ciudad duerme el sueño tranquilo de su siesta histórica, dentro de los restos de sus célebres Cercas, lugar de célebres y notables episodios que dieron lugar a las más ricas versiones romanceadas de todo lo que en ellas, dentro de ellas y con una larga proyección en la historia, se haya dado en otros lugares también ricos en historia pero no tan acentuados.

Repasar ese gigantesco patrimonio acumulado al cabo de siglos abruma. Máxime cuando lo hemos visto desaparecer de la manera más innoble y perversa, de lo que nos quedan nombres y solares, luchando con lentitud pero con firmeza a Dios gracias por salvar esos nobles restos.

Pero aquí comienza la segunda parte de la peripecia urbana, peripecia que en la mayoría de los casos no se entiende fácilmente, porque las iglesias restauradas se cierran, se cierra el Museo de Semana Santa. Y sucede después de ese alarde semanasantero de miles y miles de hermanos desfilando, sin duda con la misma fe que ponen en no pisar en la iglesia el resto del año. Todo un ejemplo que aplicado con rigor al resto de la vida social nos define con gran rigor y precisión. Así, de la misma manera que se cierran iglesias y museos se abandonan a su suerte edificios o se dan por terminados y se dejan reposar sin duda para evitar contaminaciones peligrosas. Y seguirán el ejemplo del Banco de España y alguna cosa más que queda fuera de uso antes de inaugurarlo. No sabemos con certeza si al despertar de esta larga siesta la ciudad se va a encontrar a sí misma o se habrá transfigurado en otra cosa parecida o semejante a una ciudad propia de este siglo que termina de comenzar. Entiendo que es difícil contestar a esta pregunta, pero lo cierto es que cada una de esas sugerencias, preguntas o suposiciones, por sí solas nos definen y explican esa constante pérdida de valores, de potencialidad, y de esa triste situación de devaluación crónica que padece la ciudad. La padecemos sus habitantes, y esto explica la devaluación del territorio que preside la ciudad, que se ha visto contagiado de la enfermedad. Los responsables, porque los hay, por propio efecto político administrativo, han sido los mismos. Las generaciones también se suceden.

Vamos camino de la Pasión, en medio nos queda ese febrero con sus célebres fiestas y siguen los Carnavales. Hagamos un esfuerzo para despertar de la siesta y que la Pasión sea por dentro una verdadera figura viva y auténtica de lo que significa y representa, consiguiendo despertar de la siesta con la luz de la Resurrección. Y que las Ferias y Fiestas de San Pedro adquieran y mantengan su estilo y su categoría. Todavía queda mucha tinta en el tintero.