Bueno, pues el Gobierno parece que ya empieza a admitir veladamente, y a hablar sobre ello, la posibilidad de que el copago sanitario se extienda por todo el territorio nacional. Aunque de boca para fuera sigan negándolo empecinadamente, si bien cada vez con menos fuerza y menos énfasis. Aquí, en Castilla y León, ocurre otro tanto, aunque sea una de las comunidades más apretadas por el gasto generado en la sanidad pública. La sensación general que se tiene es que se va a ello.

Lo de Cataluña, como saben, ya ha sido aprobado por el Parlamento de aquella región y en junio próximo se pondrá en marcha la fórmula. Un euro por receta expendida. Más problemas para las farmacias, que encima tardan tanto en cobrar luego de la Administración. Pero pese a todas las protestas que el asunto generó, ahí está ya, con el visto bueno del Gobierno de la nación, ahora a partir un piñón, según parece, con los nacionalistas catalanes de CiU.

Pero no solo ellos. Porque algunos barones del PP han empezado igualmente a referirse cada vez con más decisión a abrir la puerta del copago, a través de una u otra fórmula. En Galicia lo ven como necesario para la buena continuidad del sistema aunque consideran que lo lógico sería no un copago general e indiscriminado sino en razón de los ingresos de cada cual, pues no ven como justo que pagase lo mismo quien disfruta de la pensión máxima que el que pena con la pensión mínima.

En eso se está, pero mientras el gasto de la sanidad pública sigue incrementándose y ya no resultan posibles más recortes en materia tan delicada, donde es la salud y en definitiva la vida lo que está en juego, por lo que son cada día más los que se inclinan por tomar alguna medida al respecto, por impopular que pueda resulta, al menos en principio. La mayor parte de los países europeos del entorno tiene en vigor este sistema de la participación en el pago de la sanidad. Lo que pasa, y lo que detiene el asunto, seguramente, es que no hace falta ser un lince para comprender que el momento no puede ser más inoportuno para ello, con las recientes subidas de impuestos y la reforma laboral por medio.

Hay que contar también, por supuesto, con la oposición a la medida que mantiene todo lo que ahora se llama la izquierda plural. Realmente, no parece que pagar un euro por receta sea mucho, pero tampoco ello serviría, según los detractores de la posibilidad del copago, para resolver el problema económico que se tiene planteado. Además, estiman que la sanidad pública no es gratuita en absoluto pues el trabajador y el empresario cotizan por este servicio, aparte de los impuestos directos o indirectos, cada vez más, que se vienen pagando.

Así están las cosas, y aunque no sea de forma mediata, todo parece indicar que el copago acabará imponiéndose. El PP goza de mayoría absoluta, no hay que olvidarlo. De algún sitio hay que sacar para el presupuesto porque los recortes no van a parar. Y no vamos a pretender que el sacrificio corra a cargo de los miles y miles de políticos, que son un bien de Estado según se creen ellos mismos.