La diferencia entre las buenas y las malas medidas en política las marcan los objetivos que buscan cumplir y los resultados finalmente obtenidos. A esos dos factores se circunscribe cualquier comparación, también en lo que se refiere a la financiación de las corporaciones locales de la que tanto se habla últimamente con el plan puesto en marcha por el Gobierno Rajoy.

Un plan ingeniado para hacer aflorar las deudas de los más de ocho mil municipios españoles, para que haciéndoles frente de manera inmediata no se siga dañando la ya de por sí delicada situación de la mayoría de las empresas (fundamentalmente las más pequeñas y los autónomos) y para que la puesta al día sea viable para los ayuntamientos. Estos tres son los objetivos que se ha marcado el Gobierno en este ámbito concreto de nuestra economía sin que ni uno por uno, ni los tres en conjunto puedan ser considerados negativos.

Claro que no es la primera vez que un Gobierno se preocupa por las corporaciones locales. El anterior Ejecutivo diseñó los dos planes E, con los que hizo llegar a los ayuntamientos una cantidad económica similar a la prevista en el plan Rajoy. Pues sí, pero no. Es verdad que supusieron una importante aportación económica de la que se beneficiaron los municipios grandes y los pequeños para efectuar aquellas inversiones necesarias que pudieran tener pendientes. Que también lo hicieron un buen número de empresas que ejecutaron las actuaciones financiadas. Y que sirvió para retener algo y durante cierto tiempo el número de trabajadores que engrosaron las listas de parados. Los objetivos pues, a priori, también eran incuestionablemente buenos.

Sin embargo, la diferencia entre ambas iniciativas es sustancial y se verá con toda nitidez cuando llegue la hora de hacer el balance de la medida actual. Porque los planes del anterior Gobierno financiaban solo en parte las actuaciones, obligando a las entidades locales a dedicar recursos propios o fruto de endeudamiento para cofinanciar, con lo que debilitó la economía de aquellos a quien pretendía ayudar. En segundo lugar, la lluvia de dinero fácil que «era necesario gastar» en un plazo muy corto, generó lo esperable. Proyectos poco maduros, poco meditados y que permitieran una rápida ejecución, con lo que muchos de los elegidos fueron simplemente «lujos asiáticos» que, en unos casos, necesitan fuertes recursos de manera recurrente para su funcionamiento y en otros no hay posibilidad de darles un uso mínimamente continuado como para justificar la inversión realizada.

El nuevo plan es en esto mucho más sensato. Cubre deudas ya existentes, conocidas u ocultas. Exige un plan de saneamiento que permita hacer frente al pago diferido en 10 años del importe de la financiación y ayuda a aclarar de una vez lo que deben unos y otros. Y conste que en la foto de endeudamiento en Zamora y Castilla y León y en la comparación con otras provincias y regiones podemos de manera generalizada sentirnos satisfechos con cualquier comparación.

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