La crisis económica no está dejando títere con cabeza. Ya son muchos los descabezados políticos por su causa. Y los que quedan de aquí a su final que no se vislumbra. El último por el momento es el ex primer ministro islandés Geir H. Haarde. A este señor se le acusa de actuar con negligencia, violando la ley sobre la responsabilidad de los ministros, y de desoír las advertencias que recibió acerca de una inminente caída de los bancos, delitos por los que puede ser condenado a una pena de dos años de cárcel.

Hay que tener memoria para recordar que el colapso bancario sufrido por Islandia obligó al Gobierno a pedir un rescate de 10.000 millones al Fondo Monetario Internacional. El volumen de negocio de las entidades bancarias llegó a representar 9 veces el PIB de Islandia. La banca fue nacionalizada, Haarde -que fue jefe de Gobierno entre 2006 y 2009- dejó el Ejecutivo a principios del año 2009, tres años después de asumirlo y al final el Gobierno islandés se negó a pagar la deuda exterior del sector. Un poema. El «ex» creyó que se iba a ir de rositas, como todos los que viven de ese lado del Rubicón que separa a políticos de ciudadanos, pero, mire por donde, se equivocó de medio a medio.

Se equivocan, porque son humanos, pero no lo asumen porque se creen divinos. Se les advierte, como ojalá nos advirtieran al resto de ciudadanos, y desoyen, por aquello de que el poder está en sus manos, cualquier aviso al respecto. Y, luego, pasa lo que pasa. Y pasa que no juegan con su dinero, lo hacen con dinero público que debería ser sagrado y no que mientras no se demuestre lo contrario está prostituido por la mano de los corruptos. No se ha cerrado un caso y ya se está abriendo otro. Y para eso no tenemos que irnos a Islandia. Bien cerca, en Galicia, y en Andalucía, y en Cataluña y en Valencia, casos de esos a porrillo.

Claro que aquí estamos a años luz de Islandia. No será porque no sabemos cosas de expremieres e incluso de «exsegundieres», pero, dígame, sabe de algún caso de izquierda a derecha en que se hayan sentado en el banquillo, en que se hayan depurado responsabilidades, en que se les haya denunciado y arrinconado políticamente. Y, por favor, no me hable de esas especies de ópera bufa en que se convierten algunos juicios. No. Yo me voy por el lado serio, riguroso y ejemplificante de la cuestión. Debe ser que el retraso democrático que lleva España no da para más. Y eso que apuntamos ya unos cuantos quinquenios.

Puede que el ex primer ministro islandés acabe con sus huesos en la trena pero lo cierto es que lo que allí se ve con normalidad aquí suscitaría polémica y movida. Estas son las situaciones para las que el presidente del Partido Popular de Zamora, Fernando Martínez Maíllo, pedía rigor fechas pasadas en el cónclave sevillano. No estamos acostumbrados a peticiones tales que son susceptibles de ser interpretadas maquiavélicamente. No deja de ser una forma sana y conveniente de estar a la altura de esa Europa a la que miramos con envidia solo para lo que nos interesa.