Hoy, a mi edad, ya no me asusto de nada, pero, a pesar de todo, la tontería humana, la necedad, la maldad de algunos, el interés manifiesto por el sillón de mando que se perdió en la acción de ocho años de desgobierno y despilfarro de los bienes públicos, me lleva a extremos de considerar entre quién vivo y con quién me mezclo, no entiendo a personas capaces de pedir lo imposible, aunque lo posible no les den, que, más o menos, escribió Cervantes.

Hace tiempo ya, sabíamos que el personaje de sainete al estilo Arniches que es Alfredo Rubalcaba tenía preparada la respuesta a la pérdida del sillón con altercados pancarteros propios del PSOE; ya en sus modales con aquellos muchachos libertarios del 15M que ocuparon la Puerta del Sol y usaron violencia contra Esperanza Aguirre nos indicaban el camino astutamente preparado que nos llevaría a donde estamos. Al igual que en Benavente, las pancartas las pone el PSOE y a la cabeza algún dirigente político.

Es inaudita esta política sindical contestataria, apoyados en los más de 60.000 liberados sindicales y familias, con los automarginados que se sublevan contra todo, en especial contra el trabajo y el mobiliario, y luego los jóvenes del 15M que nadie sabe qué esperan con su sentido social falto de sentido común; algunos vemos que nos quiere llevar otra vez al PSOE, pero al estilo griego, con toda una parafernalia de atropellos; acabaremos, si se lo permiten, en el corralito argentino, muertos de hambre y cobrando la jubilación cada dos meses y sin extraordinarias; con esta izquierda de progreso siempre pagamos los pobres, ellos a cobrar sin trabajar y van de directivos en los consejos de administración empresariales cobrando millones: ¡Vivan los sabios sindicalistas que se lo montan tan bien que hasta cobran del paro obrero!

Apenas hace dos meses que el pueblo español, ante la desidia y el despilfarro de un PSOE que necesita renovarse en personas y estilo, dio la mayoría absoluta a un nuevo gobierno para que se administrara de una vez por todas y el desmadre es de tal calibre que yo me pregunto: ¿Cómo es posible que no les de vergüenza a estos personajes, que viven de la mamandurria gubernamental, reírse de la democracia? ¿Cómo es posible que no tengan en cuenta a los cinco millones de parados y sigan pidiendo prebendas con algaradas rompe todo? Decía en la tele Alfredo Pérez Rubalcaba que, en esto de manifestarse, cada uno se mezcla con los suyos; pues ya vemos quién forma el equipo de trabajadores del PSOE: los liberados, los automarginados rompe todo y los bucólicos del 15M. Pero eso sí, que pague al Estado la empresa de sus beneficios, porque cuando ellos gobiernan ya se encargan de quitar el dinero a los funcionarios, obreros, pensionistas y fomentar el desempleo. Para estos dijo Facundo Cabral aquello de: «si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas», claro que estos personajes de trabajo, como no ejercen, saben poco.

Tengo anotada una frase que no sé de quién es, pero viene al caso, y dice: «El derecho del obrero no puede ser nunca el odio al capital; tiene que ser la armonía, la conciliación, el acercamiento común de uno y del otro». Nosotros, en Benavente, vivimos la locura sindical con el cierre empresarial de fábricas que funcionaban bien, pero los excesos de derechos se las cargaron; al final, han perdido los hijos de los trabajadores que perdieron un lugar de trabajo junto a sus padres. Yo pregunto, con tanto sindicato, con tanto menosprecio al empresario y con tanto convenio colectivo, ¿quién se arriesga y contrata un empleado? Y si todo está regido por los sindicatos que imponen sus criterios demagógicos, ¿quién monta una empresa que no gestione? O más bien: ¿De quién es la empresa? Al final, de los sindicatos y de los consejos de administración que organizan y plantean sobre beneficios e incluso cláusulas abusivas por despido procedente para malos directivos. El caso es que con esta situación PSOE-sindicalista, «ni se muere la abuela ni cenamos».