Diálogo con un ser humano -a veces no queda otro remedio- que también se ha rendido a «The Artist». Intercambiamos escenas, hasta que ensaya el mohín de un reproche:

-Me emocionó, pero hubiera preferido que hablaran.

-No has entendido nada, pasemos a comentar la crisis del Barça.

Me niego a perder el tiempo explicando otra vez que «The Artist» no triunfa por tratarse de una película muda, o en blanco y negro. Este derroche de perspicacia equivale a concluir que el peso de Don Quijote radica en La Mancha. La clave radica en la esencia de la trama. Mucha gente no se hubiera enamorado jamás si no lo hubiera visto en el cine. Una vez que hemos dejado de hacerlo -de ir al cine y de enamorarnos-, esta joya franconorteamericana nos transmite la nostalgia de una época en la que sabíamos cómo perder el sentido por otra persona, en lugar de limitarnos a caer en sus redes sociales.

«The Artist» significa que la comunicación hablada interpone una barrera entre los sentimientos. Los exquisitos me recuerdan que dramas shakespearianos como «El topo» o «Margin call» la superan en categoría, dentro de la cosecha anual de las carteleras. De acuerdo, pero son obras hostiles a la convivencia, adolecen de un exceso de realidad. La aventura premiada por el Óscar me reencuentra con mis semejantes. Su protagonista masculino se desliza por el clásico tobogán del fulgor, la caída y la redención. Aunque se lleva el cañón de la pistola a la boca, no aprieta el gatillo en la crudeza de su imitada El crepúsculo de los dioses.

El cine es un arte facial, que invierte más tiempo y dinero en el maquillaje de sus estrellas que en los diálogos. De ahí que el Óscar al mejor actor reuniera las sonrisas arrebatadoras del ganador Jean Dujardin, de George Clooney y Brad Pitt. No recaeremos en el amor y hemos arrinconado el arte de sonreír, pero no está de más que nos recuerden cómo se hace. A las órdenes de Bérénice Bejo, el resumen de todas las mujeres que hemos adorado, «The Artist» escenifica la apuesta final por la felicidad, o por el final de la felicidad. También es muda, y no molesta.