Oyendo las cosas que dice alguna miembra socialista, se me hiela la sangre. Ganar la calle a toda costa. Ese es el lema y el dilema. Ganar la calle, para qué. Ganarla hasta partirle la cara, por qué.

Lo que ha sucedido en Barcelona no tiene nombre ni apellido. Lo que ha sucedido en Valencia, sí. El nombre y apellido de un descerebrado aplaudido y elevado a los altares socialistas en el Parlamento: Albert Ordóñez. El pinta en cuestión, presidente de la Federación de Estudiantes medios, admira a los proetarras de Amaiur, se proclama fan de los dictadores Fidel Castro y Chávez, solicita para las calles sangre y fuego y sugiere a Esperanza Aguirre que antes de coger el coche, mire debajo. Yo no sé si Rubalcaba y Cía se dan cuenta de lo que están alentando. Yo creo que están incubando un peligroso tic dictatorial que podría volverse contra ellos. Destruir la imagen de Barcelona en unos días en que el mundo tiene sus ojos puestos en ella, es suicida.

El Congreso de móviles y nuevas tecnologías es un escaparate fantástico para dar una imagen de la España moderna que progresa, que quiere salir del atolladero y que tiene potencia para hacerlo. Hemos hecho todo lo contrario. Enviar mensajes de que somos unos mindundis fanáticos alineados con el interés personal antes que con el nacional, proclives a las dictaduras trasnochadas en vez de a las modernas Democracias.

Lo grande es que, esa misma Barcelona convertida en campo de batalla, es la misma que lucha contra unos recortes que los propios socialistas propiciaron. Sería penoso olvidar que la ruina catalana se debe a Montilla y sus secuaces independentistas. Mala. Muy mala noticia para los catalanes estas imágenes de barbarie. Pésimo para la economía nacional.

Yo creo que es perverso perseguir un legítimo fin, como el de protestar contra los recortes, destruyendo nuestra imagen y emborronando nuestro futuro. Rubalcaba debe ir al Parlamento cuanto antes y contarnos su receta para crear empleo. Dijo que la tenía escondida y aunque no la puso en práctica en los años que mandó, podría explicarla ahora. ¿O es que espera a ser presidente, dentro de cuatro años, para sacarnos de la ruina en que nos metió?

Hasta las elecciones andaluzas, todo es rabo. Pretenden crear el caldo de cultivo para que florezca la especie de una pretendida superioridad moral de la izquierda. Yo no sé si la tendrá, pero desde luego, jamás la demostrará a golpe de quemar papeleras, consagrar como ídolos a los que no son más que delincuentes, romper escaparates y arrojar bolas de hierro contra el despacho de la madrileña Esperanza Aguirre.

Creo que los socialistas serios están en contra de la barbarie, pero no les oigo condenar estas atrocidades. O las condenan con los labios pequeños como pulgas.

Se prepara la huelga general. Es un derecho sagrado.

Aunque no deje de ser un contrasentido que quien la convoca es quien nos ha arruinado. Protestamos porque nos hacen recortes, pero no lo hacemos porque quedaran las arcas vacías que propician e impulsan esos recortes.

Los políticos, los sindicalistas fetén, siguen forrándose, mientras los votantes las pasamos más putas que Caín. Los grandes ladrones de guante blanco quedarán ricos y en la calle en vez de entre rejas. Y aquí no ha pasado nada. Ladrones valencianos, ladrones baleares, ladrones andaluces, ladrones manchegos, ladrones extremeños, ladrones, ladrones, ladrones?

Y nosotros ahí, manejados como borregos, propiciando que los que nos destruyen se perpetúen en sus prebendas. ¡País!

delfin_rod@hotmail.com