Contradictorio país, pero al final estimulante. Aunque la persecución y condena de Garzón había desdibujando un tanto nuestra imagen de nación progresista, otro hecho la renueva en parte. Me refiero a la declaración pública de homosexualidad, y de persona casada con otro hombre, que ha hecho el juez Marlaska, por más que ya se conociera. Pero no es tanto esa declaración lo que tiene más relieve, sino el que este juez haya sido elegido nada menos que para presidir la Audiencia Nacional -el Tribunal de más presencia pública- con el apoyo del sector conservador del Consejo General del Poder Judicial. Aunque no haya que descartar cierta intención de lavado de cara urbi et orbe del Consejo, el hecho es denotativo de que junto a la derecha castiza existe una derecha puesta al día, capaz de combinar posiciones clásicas de ese signo político con la modernidad en materia de derechos civiles.