La calle huele. Está llena de humo. Oigo sirenas y aviones. Sanabria está ardiendo. Me entran ganas de llorar?» -decían los impotentes jóvenes sanabreses que desde la media tarde del domingo se apoderaron de las redes sociales para lanzar su grito de indignación.

Convertidos en ocasionales reporteros, retransmitían desde nuestra tierra su dolor con impresionantes imágenes de los incendios e incendiarias palabras que retrataban toda la pena y rabia acumulada en sus corazones.

Quince incendios provocados en solo unas horas. Como si los asesinos se hubieran puesto de acuerdo. Cañón del Tera, Cárdena, Moncabril, Trefacio, Galende, Rosinos, Santiago de la Requejada, Hermisende? ¿Pero es que no hay quien apague este atropello? ¿No existe quien ponga coto y esposas a estos desalmados?

Desde luego, el diálogo es imprescindible. Y en esto, Clara San Damián, flamante subdelegada del Gobierno, de quien depende la Guardia Civil, tiene mucho que decir. Pero dialogar con quién. Dialogar, qué. En Sanabria se apunta con la boca pequeña a los grandes criminales. El que más y el que menos tiene sus sospechas: fundadas o infundadas.

Hay quien sostiene que la solución está en que se declaren los montes bienes en mano común gobernados por juntas vecinales. Hay quien pone el punto de mira en los ganaderos? Yo no lo sé. Pero me resisto a creer que, quien busca soluciones, sea tan criminal que trate de encontrarlas apoyando sus razonamientos en una cerilla. Si hay un problema, que se dialogue. La lengua es la única manguera capaz de apagar este incendio. La lengua y la Ley. Todo el peso de la Ley.

Los que defienden la opción asesina, si lo hacen así, a la fuerza, no pasan de ser meros terroristas. Su sitio está entre rejas. Porque así no se defiende Sanabria. No se defiende nuestra tierra destruyéndola. Es lo que hacen los criminales asesinos de mujeres: o mía o de nadie.

Quiero creer que el foco del cáncer no está ahí. Necesito creer eso. Y si lo está, que lo extirpe la Guardia Civil. Medios tiene en su mano. Si acabaron con los asesinos de ETA, cómo no van a acabar con estos: aquí somos pocos, estamos localizados, sabemos quiénes somos, de qué pie cojeamos y de qué casa salimos? No se puede criminalizar a todos los vecinos por un par de criminales.

Sanabria no es tierra de pirómanos. Nunca lo fue. Y si alguno anda suelto, jamás debería cederse a su chantaje porque sería la ley de la selva. Prefiero una Sanabria arrasada a ceder al chantaje de quien quiere salirse con la suya asesinándonos. A estos criminales, caso de ser algún fundamentalista de estos, se les puede vencer como se venció a la ETA.

Si la Guardia Civil pudo con una organización de asesinos a sueldo con un gran apoyo popular y diseminada en un enorme territorio, cómo no va a poder con unos asesinos localizados en una pequeña porción de terreno.

Si la Guardia Civil investiga un intrincado asesinato y da con el matador, cómo no va a dar con un criminal incendiario. No basta ver una colilla y saber que se ha fumado. Hay que averiguar quién la chupaba y partirle la boca con el Código Penal. La Guardia Civil puede y quiere. Y su jefa, amante de Sanabria, también. Ahora o nunca.

Dios nos dio la lengua para algo más que para saborear tocino. Y donde no hay inteligencia, se ponga prudencia y diálogo. Jamás para conseguir un pretendido bien se puede hacer un terrible mal. Húrguese sin descanso hasta averiguar por qué y quién atenta contra nuestro futuro.