El Partido Socialista nos arruinó en ocho años y queremos que el PP nos saque de la boca del lobo en un mes. Esa es, al menos, la conclusión a la que he llegado después de oír a muchos líderes de la izquierda. Sobre todo a don Alfredo Pérez que, sin rubor alguno, se ha asomado a las ventanas televisivas para decir que la culpa de todo es del PP, que sus recortes nos van a llevar a la ruina. Como si no fuera él uno de los que ha dejado en la estacada a cinco millones de españoles.

En cualquier caso, no se preocupen. Todo ha cambiado para que todo vuelva a ser igual. Al menos en muchas cosas. Al menos en las más sensibles. Los ajustes, por ejemplo: siempre comienzan por los más débiles. Ni un atisbo de meter mano al bolsillo de los poderosos: léase banca, grandes fortunas, políticos, léase lo que se lea, siempre es así. El trabajador, el funcionario de medio pelo somos los paganinis.

Llegará el día en que los políticos no tengan nada que ajustarnos porque nos hayamos volatilizado, convertido en humo de las calderas en las que nos han frito a impuestos y recortes. Es de pena. Una vergüenza nacional. Pero es así.

Escribo esto con la resaca de la noticia del sueldo de los banqueros. Además de obsceno, es injusto. Porque a algunos incluso les han pagado por llevar a sus entidades a la más completa de las ruinas.

Me esperaba algo más de Rajoy. Es cierto que lleva medio corte de pelo en el Gobierno, pero la primera patada en la puerta ha sido para hacernos la patilla a los menesterosos. Si le hubiera hecho la perilla a los otros, todo sería más creíble. Pero no sé por qué siempre somos nosotros los que tenemos que pagar el pato con cualquier gobierno: izquierda, derecha o mediopensionista.

Al ritmo que llevamos, vamos a tener que comprar el roscón de Reyes en los chinos, de plástico puro para que nos dure más y nos hagamos la ilusión de que tenemos algo fresco que llevarnos a la boca durante mucho tiempo.

Dicen que el consumo se contrae. Yo creo que el consumo está tan contraído que ya no se contrae más porque está flaco como un serrón de carpintero. Ya me dirán a mí ustedes de dónde vamos a sacar pecho para apretarnos más el cinturón.

Tampoco Rajoy ha cogido la faca de cortar por el filo de los políticos. Todavía no he visto recortada ni una de sus prebendas para que se equiparen a los mortales. Siguen gozando del mismo mamoneo nacional. Y así, no.

Si quieren apretarnos el cinturón, que comiencen por ajustarse ellos mismos los tirantes. Ahora el de aquí, Herrera, quiere sacar petróleo de la gasolina. Pero claro, también a costa de nuestro bolsillo. Piensan que es un pozo sin fondo.

Dos coma tres millones para Rato, Rodrigo, es un sueldo un rato largo. Con él podríamos darle de comer a unos millones de niños, que necesitan un euro al día para sacarles de la extrema pobreza y el altísimo riesgo de morir de inanición.

No digo yo que no ganen, pero coño, que ganen en consonancia de cómo está la vida. Que son casi cuatrocientos millones de pelas, tú, lo que se llevan los señores Rato y Rata.

Mientras tanto, los pobres nos hemos despedido de este terrible año con una alegría inusual. Yo lo vi el sábado. Bebíamos en los bares zamoranos como si se fuera a acabar el mundo. Y a lo mejor es que sí, que nos olemos que este sábado de gloria tenía aire para coger las últimas bocanadas antes de comenzar la asfixia del 2012. En cualquier caso, que los Reyes no les traigan a ustedes una desagradable sorpresa. Así no tendrán que pagar el Roscón. Y algo es algo.

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