A eso sabía el «Chocolate Solidario» organizado por el CRA Tierras de Sayago, compuesto por las localidades de Muga de Sayago, Moralina, Torregamones, Torrefrades, Fariza, Villar del Buey y Villadepera, a favor de Unicef. Una buena chocolatada que calentó el ánimo de la numerosa concurrencia compuesta en su mayoría por niños y niñas de las distintas localidades y también de Bermillo de Sayago. La verdad es que la iniciativa solidaria fue preciosa. No consistió solo en degustar el chocolate en el que Romina Guerra puso los cinco sentidos, y uno más: el del amor, que se notó al primer paladeo. Es que, además, organizaron para todos los pequeños asistentes, más de cuarenta, actividades infantiles de calado.

Junto a derechos como la educación, la salud, la protección, la igualdad o la alimentación que tienen todos los niños del mundo, hay un derecho fundamental que no hay que pasar por alto: el derecho a jugar. Y hacerlo en la colectividad, compartiendo, que es una hermosa forma de iniciarse en la solidaridad. A todos los niños asistentes, que se lo pasaron pipa, no les faltaron juegos y risas. A Begoña, la presidenta de la Asociación de Madres y Padres del CRA Tierras de Sayago, no se le pasó nada por alto. Para ello contó con el apoyo de Rocío Sastre, Belén Moralejo, María Jesús Bárbulo y la propia Romina que idearon multitud de juegos educativos y solidarios con los que los críos asistentes disfrutaron de lo lindo.

Recitaron los derechos fundamentales de los niños, llenaron de buenos deseos que hablan de amor, de paz y de pan, de salud y de educación, de felicidad y de alegría, el arbolito de Navidad que, de mostrar sus ramas vacías, pasó a llenarse de redondelitos «azul Unicef», con los deseos expresados por los chavalitos y chavalitas, algunos tan chiquitines, que apenas se les entendía. Además, jugaron a colocar sobre el mapa, en una especie de puzzle singular, los países en vías de desarrollo que más necesitan la atención prioritaria de Unicef y sobre los que la Organización de Naciones Unidas está volcada.

Con la particularidad de que aquel enorme salón que se convirtió en cuarto de juegos durante unas horas, ofrecía una magnífica exposición de cerámicas realizadas por los pequeños asistentes en el taller de Nuria Martín, ceramista de Gamones, artista solidaria y profesora eventual de los pequeños que demostraron tener un arte que no se podía aguantar de bonito y de bien hecho. Por el lugar no dejaron de pasar, para dejar patente su solidaridad, el escritor Ramón Carnero y su esposa, Valentín y Mati, la propietaria del hostal del mismo nombre en Fermoselle, y Consuelo Pardal, y Aurora, la enfermera de Muga y un buen número de padres, abuelos y simpatizantes de la causa que no quisieron perder la ocasión de demostrar que las gentes, que las buenas gentes de Sayago son solidarias hasta la médula.

Iniciativas así bienvenidas sean. Iniciativas así merecen el aplauso de todos. La provincia se mueve como demostraron en Sayago mujeres de bandera como Romina y Begoña organizando un «Chocolate Solidario» que sabía a gloria bendita.