El vacuno zamorano tiene sus dos grandes joyas y buques insignia en la alistana-sanabresa y sayaguesa, dos especies de pura sangre, desde 1997 en «peligro de extinción», que aún habiendo perdido su cometido histórico, --fueron desde la noche de los tiempos alma, corazón y vida de las labores campesinas-, pueden y deben de tener una puerta abierta a la esperanza en la producción cárnica de alta calidad. Se trata, en ambos casos, de reses de temperamento tranquilo y dócil, -conseguido en parte gracias a su convivencia con el agricultor y el ganadero-, destacando entre sus grandes valores la sobriedad, rusticidad y resistencia, unas cualidades que les permiten amoldarse a las condiciones más adversas de la climatología y medioambientales, en Aliste, Sanabria y Sayago, con veranos extremos, calurosos y secos e inviernos infernales y fríos. Muestra de ello es que durante siglos se han alimentado con lo poco o mucho, bueno o malo, que los campos le ofrecieron. Entre sus virtudes están su dureza y longevidad a lo que se le une la facilidad para el parto y criar ya sea en pureza o mediante cruzamientos. La calidad de sus productos es notoria con sacrificios entre los seis y ocho meses. Sus canales de carne blanca y rosada con unas condiciones organolépticas únicas en España donde brillan su palatabilidad, terneza y sabor, bajas en contenido graso, gracias a su cría, primero con leche materna y luego junto a su madre en pleno campo: una delicatessen hasta para los más exigentes paladares. Los ganaderos siguen cumpliendo con su cometido de crianza natural y artesanal.

La sociedad, la zamorana la primera, predicando con el ejemplo, ha de ayudar a salvar a alistana y sayaguesa de su extinción. Consumiendo y disfrutando de sus carnes haremos que las explotaciones sean viables y vacas y ganaderos sobrevivan con dignidad. En época de crisis nuestros campos nos tienden su mano abierta de par en par en mágica forma de carnes, setas, castañas, pan, madroños y caza para aliviar las penurias de las economías agroganaderas.

En estos tiempos críticos y de incierto futuro para los pueblos apostar por los productos de la tierra de alta calidad y los frutos del bosque no es que sea una alternativa es pura necesidad.