A mí, que dudaba, cada vez me caben menos dudas. Lo de la señora Anne Germain en Tele-5, contactando con muertos previo pago, no pasa de ser una burda estafa en la que la cadena es cómplice voluntaria o involuntaria.

Para empezar, eso de que se vendan los recuerdos de los muertos por un puñado de euros, es algo así como vomitivo, cutre, repugnante. Eso de traer a Paquirri con traje de luces para que vea a su hijo, me parece penoso. Por mucho que el joven Paquirrín esté haciendo caja por esos platós de Dios.

Cada vez son más las voces que se alzan con la exigencia de que se desenmascare este juego con los muertos. A mí me parece muy bien. Es un espectáculo más y si los familiares de los muertos creen o necesitan creer que ellos vienen a decir por mediación de Anne que «en el cielo» se está de miedo, por qué no iba a parecerme bien. Y si les pagan, mejor.

Peor sería si se estuviera jugando con la buena voluntad de la gente. Si, por ejemplo, las cosas que Anne le dice a los invitados son las que todos sabemos. Curioso, en este sentido, que Paquirri, en un estado espiritual, se aparezca para ver a su hijo en cuerpo mortal, como percha de un traje de luces. Porque el traje es algo material.

El desliz vendría a explicar que lo de Anne sobrepasa el contacto espiritual. Porque en aquella ocasión solo faltó que Paquirri bajara al plató a darle un pase de pecho a un toro. No, eso no puedo creerlo. Eso me parece una burda estafa.

Peor sería que Anne tuviera un equipo de guionistas que recopilara para ella los detalles más desconocidos de los muertos famosos, para que ella los redescubriera al gran público.

Solo pienso que es verdad, cuando el muerto que se aparece no es el que espero. Por ejemplo, cuando a Carmen Martínez Bordiú se le apareció, previo pago, su hijo muerto. Yo esperaba a su abuelo Franco. Tiene mucho más que decir y que explicar. De ganar dinero, mejor con la memoria del asesino que con la de su difunto hijo. Pero no. Salió el hijo. Con el juego que hubiera dado el abuelo con el espadón al costado o la abuela con los collares de las joyerías expoliadas.

Peor sería si el espectáculo que se traslada al público estuviera guiado por las informaciones que sus ganchos pueden sacar del propio público o del pinganillo con el que los ganchos comunicaran datos de interés. En cualquier caso, el público es cuidadosamente seleccionado por el programa y todos tienen interés en comunicarse con algún fallecido cercano. Por eso siempre sale el muerto.

Peor sería que las lágrimas de Anne fueran de plastilina, y solo persiguieran moldear la voluntad de sus invitados.

La cosa solo falla en contadas ocasiones. Como en una que una joven no sabía de quién era el difunto del que le hablaba la médium, pero al instante saltó una compañera de asiento para reclamarlo: ¡ese muerto es mío! Y Anne le endosó el muerto a la de al lado y todos tan contentos. Cada uno cargando con su muerto.

Un médium tiene mucho de sicólogo. Estudia gestos y sabe decir lo que la gente quiere oír o tiene la necesidad imperiosa de creer. Como que los seres queridos están bien en otra dimensión y murieron felices y en paz. Que es lo que ella dice.

¿Actriz estafadora o médium? La pregunta está en la calle. De momento, actriz es, puesto que ya ha cerrado un contrato para actuar en los próximos días en la Sala Capitol de Madrid. Allí, los aficionados, podrán ver a los muertos en vivo y en directo. Un gran espectáculo, sí señor. Un poco frío, pero sí señor.

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