Se consumó lo que parece una comedia al estilo de «Los intereses creados». María del Rosario dijo sí y las campanas de Sevilla levantaron el vuelo. Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay venía amagando y al fin dio. ¡Que vivan los momios!, que dicen los oyentes de Carlos Herrera.

Los hijos de la duquesa ya pueden almorzar tranquilos. La anciana madre ya tiene baby sister que la cuide los días que le queden de vida. El palomo comenzará a hinchar el buche. Por fin ha conseguido a la paloma. Le ha robado el corazón como si fuera un chorizo de guante blanco.

Alfonso pasará de escribir con bic de raya fina, a firmar con pluma de ganso y dedo de duque. Así anda España. Los funcionarios buscándose un sueldo que no esté recortado como las escopetas que se usan para los atracos y Alfonso, como si fuera un niño, buscando la teta en la alta cuna. Pero ojo, duquesa, que como reza la coplilla que le han sacado, «Cayetana no te fíes, que este no es Alfonso Trece, es Alfonso Díez».

Los impulsos del amor tienen eso. Un rendimiento muy alto. Sé que hay quien dice que Alfonso la ama mucho. Como la trucha al trucho. Lógico. En sus sesenta y tantos no encontró doncella y resulta que, de pronto, se encuentra a la perdiz de su vida en un cromo que mueve los labios con pulso de marioneta.

Me da pena por la duquesa. Y alegría. Pena porque pienso que el amado ha sentido una gran atracción por su faltriquera, más que nada. Y alegría porque cree que su príncipe amaneció para ella, joven y esbelto, detrás de una máquina de escribir de un mugriento Ministerio.

Qué pensará el ingeniero Pedro Luis, su primer marido. Incluso el excura Jesús Aguirre, que cambió el confesionario por la alta sociedad marbellí para resucitar la pasión Alba. Dice quien le ha visto la patita por la gatera, que Alfonso, el amable gatito gris prendido a redondas lentes, es un desabrido león ávido de fama y posición social.

La duquesa, recuperada para la causa gracias al quirófano, ha pasado de la eléctrica silla de ruedas a los paseos erguidos sobre temblorosas piernas que dan calambres al verlas. Cayetana se ha puesto a sus hijos por montera y ha decidido que, para lo que le queda en el convento, el último pase lo da dentro.

Los sevillanos ya pueden hacerle burlonas sevillanas a la señora que hasta hace dos días era incapaz de coger el tenedor para pinchar un poco de felicidad servida en un plato frío. Incluso alguna suena ya: «la boda del siglo y medio»?

El funcionario se llevó el gato al agua en esta tómbola diocesana del amor y se ha hecho un hat-trick para llevarse el balón firmado a casa. El amor cambia la vida. De compartir cutre propiedad con tres personas en un apartamento en Denia, a tener un palacio a sus pies.

El funcionario diez llegó a la millonaria de la mano de su hermano, un anticuario de medio pelo amigo del cura que la dejó viuda. Parece que, aficionado también a las antigüedades, encontró en la duquesa una joya de enorme valor que pertenece al renacimiento merced al botox y los polvos de arroz que adornan sus facciones.

Cupido anduvo torpe y, más que flechas, le lanzó a la anciana dardos envenenados que emponzoñaron su lengua para insultar a una de sus nueras y pegarle la varicela a su hija. Parece que la sombra del funcionario es alargada: 1,75.

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