Hay fiebre por trabajar en Madrid, pero con Internet puedes estar en cualquier sitio», declaraba ayer a LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, Javier Castellanos, creador de la exitosa página web «El rincón del vago». Una aseveración que tiene claroscuros según el sitio donde se esté. Internet puede ser el más eficaz de los instrumentos para derribar el mito de la separación entre el mundo rural y el urbano, sólo depende de que los usuarios tengan al alcance las nuevas tecnologías. En marzo del pasado año la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León anunció la puesta en marcha de un plan para eliminar las sombras de cobertura de banda ancha de internet en todo el territorio de la Comunidad. La Consejería de Fomento cifra en un 3% la población de la Comunidad que aún no dispone de acceso. Lo que sucede es que, como casi siempre, los números son teóricos y la realidad orográfica se encarga de desmentir a los mapas que ofrecen un panorama de accesibilidad casi total en Zamora. Por eso persisten las quejas entre los empresarios de Sayago, los de Sanabria y de localidades más al sur de la provincia como La Guareña. La cobertura depende del punto geográfico en que se encuentre el usuario y varía incluso dentro de una misma población. Así que ese 3% de zonas en sombra en la realidad es una cifra mucho más elevada y los empresarios se quejan con razón desde hace años.

La prestación de los servicios de telecomunicaciones es competencia del Estado y la llevan a cabo los distintos operadores en régimen de libre competencia. Lo que significa que las operadoras no se instalan en aquellos lugares donde no existe rentabilidad económica para las inversiones que se requieren. Las comarcas más despobladas de Zamora chocan por enésima vez contra la misma piedra de la baja demografía que deja en particular al entorno rural sin apenas opciones en cuanto a acceso a nuevas tecnologías se refiere. Sin población no hay operadoras interesadas, pero sin un hilo de conexión de calidad hacia los mercados no habrá iniciativas y sin ellas tampoco se crearán empleos, la piedra angular imprescindible para fijar población.

La única posibilidad a la que se aferran esas zonas es la colaboración de la Administración regional, y ahí se inscribe el último plan de la Junta que debería desarrollarse hasta 2013 con una inversión de 28,7 millones de euros, la mayoría de los cuales deberían haberse desembolsado ya en la instalación de fibra óptica y de estaciones base. Pero las protestas persisten, lo que significa que el plan, como mínimo, no va a la velocidad requerida. Estamos en tiempos de recortes sí, pero también de prioridades. Esos 28,7 millones de euros repartidos en tres años y para toda la comunidad puede que no representen una cantidad tan desmesurada para los presupuestos regionales si se compara, por ejemplo, con que la Junta de Castilla y León haya destinado a la nueva sede del Consejo Consultivo en Zamora siete millones de euros. Casi la cuarta parte del presupuesto global para la extensión de internet en un edificio muy bonito, muy caro, en el que trabajarán una treintena de funcionarios para un órgano que otras comunidades igualmente azuzadas por el déficit como Castilla La Mancha acaban de suprimir.

Lo triste es que la hora de los recortes afecte a cuestiones que deberían haberse solventado hace tiempo y que podrían facilitar enormemente esas políticas de ordenación del territorio y las medidas de asentamiento de población en núcleos rurales que sirven hoy de línea argumental en los discursos de los dirigentes autonómicos. Ese mencionado plan de la Junta era la segunda intentona de la Administración regional para establecer una red de comunicaciones acorde con el siglo en el que vivimos después de un primer programa del que nunca más se supo. Las varas de medir la rentabilidad son variadas, pero en el caso del acceso a las nuevas tecnologías los recortes pueden tener casi tantas consecuencias para el medio rural como los realizados en Educación o Sanidad, porque condicionan inexorablemente su futuro al coartar la comunicación global de los que todavía apuestan por permanecer en núcleos pequeños de población. Internet puede jugar un papel trascendental en la cohesión social de provincias con demografías tan complicadas como la zamorana, puede contribuir a la creación de empleo y evitar que el desierto demográfico siga creciendo. Si realmente, como aseguran los dirigentes regionales, el empleo y la población son prioridad en los próximos presupuestos, será de esperar que el Plan de Banda Ancha para las zonas rurales se convierta de una vez en una realidad palpable.