Corrían malos tiempos, aquellos de la posguerra, pero todo puede ir a peor, o, si hay fe, a mejor. Era el año 1948. Una familia tabaresa, la Casas Fresno se enfrentó a la dura realidad de la enfermedad. Fue entonces cuando la señora Emilia hizo una promesa a cumplir si su marido salía bien de la complicada operación de garganta a la que se iba a enfrentar. Por Zamora andaba entonces el prestigioso cirujano José Luis Maroto, quien realizó la operación quirúrgica. Con o sin ayuda divina, la cosa es que sus manos salvaron la vida a Manuel. Emilia no dudó ni un momento y adquirió una imagen de la Virgen del Carmen que donaba a la parroquia de «La Asunción» de Tábara. Sesenta y tres años seguidos llevan ya, desde entonces los tabareses sacando en procesión a su querida imagen de la Virgen del Carmen cada tercer domingo del mes de septiembre, pidiéndoles sus favores en busca de la salud o agradeciéndole los recibidos. La hermandad de la «Virgen del Carmen» goza de un prestigio y una devoción en Tábara que lo refrenda la pertenencia a ella de niños, jóvenes y mayores, de hombres y mujeres, de quienes allí residen durante todo el años o de quienes la vida llevo lejos y vuelven para colocarse bajo su manto. Las flores de la Virgen del Carmen y de sus andas se dan al final a los devotos a cambio de sus donaciones.